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La puerta abierta: Messi y la justicia futbolística

Publicado el 17 mayo 2010 por Damsam
La puerta abierta: Messi y la justicia futbolística

Creaciones la Masía S.A soltó anoche todo su arsenal a una esquina del verde Camp Nou. En frente, un rival que se jugaba todo: permanecer en el tren de primera. Con Xavi inactivo por acumulación de amarillas e Iniesta aún no recuperado el todo, el Barça presentó un once con seis canteranos. Arriba repetía ese tridente incisivo, hambriento de gol y benévolo en ayudas defensivas. Los tres enanos de la suerte: Messi, Pedro y Bojan. En el centro músculo y llegada con el todo terreno Touré, la escoba Busquets y el sacrificado Keita. Con la defensa de lujo formada por: el demonio de tasmania Alves por derecha, el galgo Abidal por izquierda y en el centro el general Piqué haciendo compañía al siempre joven Puyol, la pantera Valdés se sentía seguro bajo palos. Estos serían los once hombres que llevarían al barcelonismo hacía su segundo título de liga consecutivo (dos de dos para el comandante Guardiola).

Comenzó el barça, la fábrica de la felicidad, dubitativo y dormido, doblegado por un Valladolidad lanzado como perro de presa. Diez minutos le duraron a los pucelanos las garras para aferrarse a la máxima división, antes de que los catalanes se las corten de raiz. Así fue como a los tempraneros cuatro minutos Manucho se encontro un balón, error de Pique y Valdés, en el medio del área, solitario y despejado remató, pero como si de Oliver Y benji se tratase apareció Puyol de la nada, melena al viento, pierna de karateka, para apagar el sufrimiento catalán y las sonrisas madridistas. El susto continuó rodando en el área local, pero entonces uno de los enanos de arriba, el mejor jugador del mundo, se enfadó, y cuando eso pasa es simplemente imposible pararlo. Previamente el público del Camp nou disfrutó y sonrió porque en la otra batalla el Málaga doblegaba al Real Madrid. Quizás esto fue lo que necesitó Messi y el barça para darse cuenta de que la liga no solo se jugaba en Cataluña. El pichichi se puso el equipo al hombro. Sabedor de que no había ningún creador en el centro del campo, bajó a recibir, a asociarse, gustarse y a inyectarle al barça su propio estilo: toco, me abro, recibo, vuelvo a tocar y me vuelvo a abrir. Los catalanes despertaron y empezaron a llegar como un torbellino descontrolado hacía el área rival. Diez minutos después, el ballet blaugrana había anestesiado y calmado las revoluciones del Valladolid a punta de cachetazos. Los de blanco y morado con la inyección de la calma administrada se convirtieron en tiernos cachorros. Indefensos, se quedaron sin ideas y sin ritmo porque estaban siendo aplastados por una musicalidad imparable.

El barça engranó y tuvo su primer premio al minuto 26. Pedro, el tinerfeño de sonrisa cándida, con sus ganas de siempre pisó el área y remató casi sin ángulo, Luis Prieto que se encontraba por allí trató de despejar el tiro, pero terminó por meterla en propia puerta. 1 – 0 vía libre para la euforia. Tan sólo cinco minutos después el canterano volvió a pisar área y esta vez sí, el gol fue todo suyo. Messi seguía haciendo estragos por donde iba se asoció con un Touré disfrazado de Xavi. Toca, se va, se la devuelven, Touré se abre y arrastra defensas, sigue él, siempre Messi adelante, dos segundos después mira, una décima más piensa el pase, Pedro solo, la pasa, Gol. Cuatro segundos de revolución, tres segundos de ideas y en un instante la gloria. 2 – 0 vía libre para celebrar.

El segundo acto empezó como terminó el primero: con los locales amos y señores del balón y del partido y con Messi dispuesto a ganar su segunda liga consecutiva. El argentino siguió desquiciando a todo rival que le salía al paso. Obtuvo su premio en el 61. Él arrancó desde el medio del campo la jugada. Pase para Busquets, éste fiel a su estilo de primera para Touré. El marfileño, enorme, se invento una jugada sin espacio. Túnel a uno, y se llevó a otro, entro como Pedro Rodríguez por su casa al área contraria, dio el pase de la muerte y Messi remató a placer. 3 – 0 vía libre para descorchar. Era el gol 33 del Rosarino en liga. Pero no estaba contento, volvió a gritar gol en el 75. Otra vez le sirvió la bola Touré, esta vez en el centro del área con dos rivales: nada para él cuando está inspirado. Volvió locos a ambos con sus regates imposibles y engañó por completo al portero cambiando la dirección del remate. 4 – 0 vía libre para la locura. A partir de allí se terminó el partido. El tiempo que restaba sirvió para los aplausos. Para que Henry se despidiera de los aficionados, para que Ibra sienta que la gente aún confía en él, a pesar de lo que dice la prensa deportiva del corazón y para que Iniesta sea arropado en un mar de aplausos.

El Valladolid inquietó hasta que Messi y la justicia futbolística lo quisieron. Llegaron, se perdieron ocasiones, no aprovecharon y apareció ese marciano con pasaporte Argentino – español. Apareció y se acabó la ilusión de primera y su realidad se segunda para ellos y comenzó el festejo para los azulgranas. Messi que igualó el record de Ronaldo (el primero) de goles en liga para el Barça (34) se fusionó con la justicia y su fútbol. Hizo de juez y cerró el caso. Metió dos goles y cerró la liga.

P.D. Saludos para todos los que pasen por este humilde espacio desde la isla de Creta – Grecia, que por motivos de una beca de estudios he venido a parar por estos lares. Por eso mismo mi ausencia de tanto tiempo, aunque haré lo posible para ser más continuo desde ahora. Un saludo a todos. Daniel Ubillús.


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