He releído este libro que prepararon Olaizola Y Vallejo-Nágera poco antes de la muerte del segundo.
Vallejo-Nágera hizo muchas cosas (médico, pintor, encuadernador, escritor, deportista, hombre, esposo y padre de familia) y todas con intensidad. Aquí se habla también de sus defectos (la impaciencia, un cierto narcisismo) pero sobre todo del sentido de la vida (donde juega un papel importante su fe católica), de la muerte, de la amistad (excelentes los capítulos sobre Dominguín y sobre su chófer), del matrimonio (la alegría ante el ruido del llavín en la puerta de entrada como signo de su salud).
Una personalidad destacable a la que conviene acercarse, un testimonio sincero y positivo. De esos que verdaderamente ayudan. Escrito con la simpatía y claridad habituales de Olaizola.