Tania era una joven que cuando estaba de vacaciones se dedicaba a cuidar todo el día a Jacob, su vecino de tan solo 5 años ya que su mama trabajaba de tiempo completo, ayudaba con el quehacer de la casa o eso era lo que intentaba ya que siempre estaba hablando por teléfono con sus amigas o viendo tele, le gustaba salir pero también quería algo de dinero y el cuidar niños era una buena forma de conseguirlo, tenía comida, teléfono y televisión gratis que más podía pedir.
Pasaron varios días y a Tania le extraño que Jacob casi no salía de su cuarto o a veces tardaba en salir, un tanto preocupada se asomó y no vio al niño, espantada lo busco por todos lados del cuarto sin poder encontrarlo.
Empezó a buscar por todos los demás cuartos de la casa, gritando el nombre de Jacob, ya era tarde y eso hizo que se preocupara aún más, hasta que volviendo a la sala, estaba Jacob sentado en un sillón.
¿¡Dónde estabas?!, Te he estado buscando por toda la casa.
Estaba con Doña Toña comiendo pan con un poco de atole – contesto el niño algo nervioso.
¿Quién?- pregunto Tania intrigada. Doña Toña vive en la esquina de la calle es buena gente, todos los días me platica cosas chistosas, ¿puedo irme a dormir?
Tania asentó con la cabeza y Jacob subió a su cuarto, una de dos o el niño tiene demasiada imaginación o tiene algún problema mental, decidió que para quitar esa duda, estaría más al pendiente del niño y ver qué es lo que pasaba.
De nueva cuenta, Tania subió al cuarto y vio que Jacob no estaba, decidió entonces esperar a que apareciera por sí solo, viendo el cuarto no tenía muchas cosas, un closet de pared, una cómoda con un espejo pequeño y unos cajones que servían para guardar cosas, había algo raro, una luz estaba sobre la cama, como puede ser posible, la luz de la ventana no daba hacia la cama y ya era algo tarde, poco a poco se fue acercando, temerosa pero a la vez intrigada se dirigió hacia la luz, no supo que paso, pero se encontraba en medio de una calle empedrada la cual era empinada y algo angosta, las casas tenían el mismo diseño y color, había mucha tranquilidad y no se veía nada de gente caminando, Tania decidió ir caminando hasta llegar a la esquina, lo que vio la asombro por completo.
Ahí estaba el niño sentado, platicando con una señora ya mayor, un poco pasada de peso y con sus ropas ya algo viejas pero muy bien cuidadas.
– Tania, mira te presento a Doña Toña estamos platicando y comiendo pan, Doña Toña saluda a Tania y le ofrece pan y un poco de atole, ella acepta algo asombrada y sin poder creer que sea real, estoy soñando, solo es un sueño – dijo ella entre sí.
Estuvieron platicando los tres por un largo tiempo, hasta que Doña Toña les dijo que ya era tarde y habría que descansar, se despidieron prometiendo regresar al día siguiente, Tania y Jacob subieron la empedrada y en un segundo ya estaban de vuelta en la casa, Tania pensó que era una sueño hasta vio que Jacob todavía traía un poco de pan y atole, la luz había desaparecido.
No fue un sueño todo era real, la puerta de luz los había llevado a otro lugar, cual época o sitio era quien sabe, a Tania no le importaban esos detalles, claro que no le contaría a nadie, ese ya era un secreto que solo Jacob y ella sabían.
De ahora en adelante ya no se preocuparía por Jacob, ya sabía dónde estaba y también de vez en cuando entraría a la puerta de luz para pasar la tarde comiendo pan con una taza de atole, platicando con su nueva vecina.