Siempre habíamos tenido claro que se trataba de un romance corto, de un hola y un adiós ya pactado de antemano, pero la vida da muchas vueltas, y lo que iba a convertirse en un rato de placer y diversión ha acabado convirtiéndose en algo mucho más grande y profundo. Todo empezó como un juego al que nos gustaba jugar, nadie sabía nada, y no tenían por qué enterarse, y ahora el tiempo ya ha pasado. Hemos estado un año sin vernos y todavía tengo esa espinita clavada en mi corazón. El verano pasó rápido, pero tú todavía sigues en mis pensamientos. Ya no sé cómo contactar contigo, y no sé si podré volver a verte otra vez en esta vida. Escribo esta carta sin saber siquiera si conseguiré que la leas, pero sí hay algo de lo que estoy completamente seguro, y es de que marcaste un antes y un después en mi vida. Ya no soy aquél chaval que jugaba a querer, ahora ya soy distinto, porque lo único que necesito es estar contigo. No existe el suficiente tiempo que me haga olvidarme de ti, y tampoco encuentro razones por las que sería la mejor decisión el dejar de quererte. Sólo sé lo que me dicta mi propio corazón, lo que me ha estado dictando durante todos estos meses, y es que te necesito a mi lado, necesito volver a abrazarte y ver la puesta de sol junto a ti, abrazados, como si el tiempo se detuviese un instante y la vida hubiese sido creada tan sólo para nosotros dos. Pero me amarga el pensar que volveré al lugar en el que nos vimos por primera vez, pero estará vacío, y con ello mis ilusiones volverán a irse volando con el viento de la playa que avivó la llama de nuestro amor por primera vez. Sólo pido una cosa, y es que ese día, justo un año después, pueda volver a encontrarte.
Fuente La puesta de sol en mi corazón