La punción de mi FIV ha sido la culminación de las 3 semanas de medicación en las que he estado administrándome Procrin, Gonal, Menopur y Ovitrelle. Ha sido el resultado final de toda la estimulación ovárica llevada a cabo, y mi mayor temor era conocer el número de ovocitos obtenidos, ya que presento baja reserva ovárica.
No me voy a andar con más rodeos y os lo voy a decir ya. Extrajeron 5 óvulos. Las palabras de la ginecóloga fueron: “justo lo que esperábamos”. En mi última ecografía de control ya se veía que había 5 folículos apuntando maneras y un 6º rezagado.
No son muchos óvulos, seamos realistas. Aún así, yo estoy contenta. El hecho de que hubiesen folículos vacíos, me inquietaba. No obstante, no está todo dicho, y hoy recibiré LA LLAMADA del laboratorio informándome de como va la cosa.
Llegué ayer, a las 7:30, al mismo lugar donde me hicieron la punción del quiste ovárico hace 3 semanas. En cierto modo, ya estaba curtida. Conocía el lugar, sabía como sería todo. La única diferencia es que ayer había anestesia, y eso conllevaba, muchas más personas en el quirófano.
Me sentí muy vulnerable, aunque exceptuando el ginecólogo, todo eran chicas de mi edad. Y eso me gustó. Además, fueron muy cariñosas conmigo.
Me tumbé en la camilla y me pusieron la vía en la mano. No me dolió tanto como me dijo la chica aquella el día de la punción del quiste. La punción del quiste duele más, y quien diga lo contrario, miente. Únicamente me dejó la mano adolorida. Nada más.
Con la vía puesta, el ginecólogo me hizo una ecografía para asegurarse de que los folículos seguían ahí. Me aterraba el hecho de haber tenido una ovulación espontánea y haber llegado hasta ahí sin nada que sacar. ¿Os imagináis la catástrofe?
Cuando dijo que estaba todo bien, apareció por detrás la anestesista, que se presentó, muy amablemente, con su nombre y apellido, y me preguntó si estaba en ayunas:
- No has comido nada, ¿verdad?
- No, nada.
- Pero ni agua, ¿eh?
- ¡Qué va, si me muero de sed!
Para quien no lo sepa, para una anestesia hay que ir en absoluto ayuno. Ni agua se puede beber. Es importante, porque sino se cancela todo. ¡Otra catástrofe!
La anestesista me dijo que iba a comenzar a administrarme la anestesia, que intentase relajarme. Yo pensé, “si me tengo que relajar para dormirme, esta no lo consigue ni a la de tres”.
A los 5 segundos empecé a sentirme muy rara y supe que me estaba haciendo efecto.
…
…
…
A las 9:30 me desperté sin saber donde estaba. Apareció la enfermera que me puso la vía y le pregunté qué donde estaba, que estaba muy confusa. Luego, empezó a darme la risa. Vi que se iba al otro lado de la habitación y le hablaba a otra chica que había que se llamaba igual que yo.
La miré y pensé “¿Quién narices es esta? ¿Cuánto tiempo lleva ahí? ¿Habrá entrado antes que yo, o después? ¿Por qué lleva la vía en el brazo y yo en la mano? ¡Qué frío hace! Joder, ¡qué mareo! Uf… ¡mi vida por un bocata de bacon!”
Me quité el gorro, y vino la enfermera y me lo volvió a poner. Todo esto que os cuento, ocurría mientras abría y cerraba los ojos, porque intentaba despertarme, pero me costaba la vida. Le pregunté a la enferma el por qué de la vía en el brazo pensando que necesitaba información para mi blog (estoy fatal, en serio). Y me seguía dando la risa.
Vi la pauta de medicación de esa chica por ahí encima, y pude ver que tenía 33 años y que en un control ponía 11 folículos, y en otro control ponía las medidas, pero era incapaz de contar el número de folículos, pero había disminiuido. “Joder, que tontería llevo en todo lo alto. ¿De qué me sirve la ingeniería ahora?”
No sé cuánto tiempo pasaría, pero me pidió que me sentara en la camilla para ir despejándome. “Vale, pero me tapas que tengo frío, jiji!” De esta guisa estaba yo.
Me acompañó a la taquilla donde estaba mi ropa y llegó maridín. Cuando le soltaba las manos me estampaba contra la pared porque perdía el norte. Y venga a reírme. Maridín me vistió como pudo y me llevó a desayunar. Yo le decía “cariño, voy pedo total“.
Un bocadillo de bacon con queso, un zumo de naranja y AGUA. Eso fue lo que necesité para recomponerme. Después volvimos para que maridín sacase su muestra y mi ginecóloga nos visitó.
Estaba mucho más cariñosa que nunca, nos dio unos papeles dónde explicaba qué tendríamos que hacer a partir de ahora. Desde ayer por la tarde, estoy administrándome progesterona vía vaginal 3 veces al día, cada 8 horas. Cuando empezó a mirar en su ordenador cuantos óvulos habían sacado, maridín y yo nos cogimos de la mano.
- ¡5 óvulos, eh! ¡Muy bien, era lo esperado!
Durante el día de hoy nos llamarán del laboratorio para decirnos cuántos óvulos han fecundado, y mañana, además de decirnos cuántos siguen adelante, nos dirán a qué hora tenemos que estar allí el domingo para la transferencia de embriones.
Ya esta todo hecho por nuestra parte. Ahora solo queda esperar.
Volviendo a casa en el bus, entre mi estado zombie y las emociones que sentía, empecé a pensar en mis óvulos y el semen de maridín. En que se encontrarían, seguramente, por primera vez. “Hola, ¿que tal? soy mini maridín”, “¡pues yo soy mini Clara y soy muy exigente!”
Sentí que dejaba allí, en aquel laboratorio, un pedacito de mí, una minucia de células que podrían convertirse en una persona. En un hijo mío. O cinco. Y sólo pude sentir mucho asombro de que quisiera tanto a algo, que ni siquiera existía. Hasta ahora las cartas a mi bichito eran sentimientos hacia algo intangible. Ahora esas cartas pueden tener un destinatario. Y eso me descubre nuevos sentimientos que hasta ahora eran desconocidos para mí.