En España al menos estamos reñidos, en general, con la puntualidad.
Hay dos culturas de la puntualidad: la de los puntuales y la de los impuntuales. Parece obvio. Pero no lo es.
Los puntuales son, sencillamente, aquellos que la hora fijada están en el lugar acordado. Punto. Pueden ser puntuales estrictos, que llegan a la hora exacta; o puntuales previsores, que llegan al menos 5 minutos antes, para asegurarse de que a la hora fijada estarán en su puesto, porque, ilusos ellos, piensan que el acto, el compromiso, el evento, empezará a la hora fijada.
Pero normalmente no empieza a la hora fijada, porque hay que esperar a los impuntuales. Hay impuntuales de 5 minutos (pecado venial) o los hay que llegan entre 10 y 30 minutos tarde. Y sin avisar antes.
El resultado de ello es que los puntuales llevan de 10 a 30 minutos esperando hasta que el evento se inicia.
¡Cuánto envidio a otras culturas, de países normalmente anglosajones, o de influencia anglosajona, que empiezan los eventos a la hora exacta!
Hoy he tenido que ir al fisioterapeuta. He llegado 5 minutos antes de la hora fijada (por ellos). Cuando habían pasado 10 minutos de la hora he preguntado a una "amable" señora de la recepción si habría de esperar mucho más. Su respuesta es de premio: "Si solo han pasado 10 minutos de la hora... aquí trabajamos con personas y no es posible ser puntuales. Los médicos hacen esperar mucho más..." Sin comentarios.
Eso sí, como siempre pasa, mi comentario ha servido, seguro, para que se pusieran las pilas y no tardaran más de 10 minutos más en atenderme. Es decir, con 20 minutos de retraso, que en este país es un éxito.
¡Qué pena de país!
Ah, y después quieren (lo piden descaradamente) que les pongamos 5 estrellas en Internet...