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La pureza del diputado

Publicado el 26 marzo 2010 por ArÍstides

PARA HACER MAL CUALQUIERA ES PODEROSO. De Fray L. de León

El Sol saldrá a las 6,03h y se pondrá a las 18,09h.

Ya no se estudia Latín en las escuelas y uno comienza a pensar que es una pena, por lo mucho que nos podría abrir los ojos sobre algunas materias. De esta forma, no olvidariamos que la palabra candidato viene de candidus (blanco), y se refiere al color blanco que los aspirantes a ejercer cargos públicos vestían como símbolo de pureza en sus intenciones. La evocación puede producir carcajadas a quien se llegue a imaginar a nuestros políticos vestidos de tal guisa como compromiso de honradez.

De la misma manera todos aquellos que ejercen algún ministerio, y da igual que sea judicial o de gobierno, no pueden olvidar que la palabra hace referencia al servicio. Desde luego, uno no se imagina a nuestros ministros ejerciendo su labor en plan ONG, con la gratuidad como bandera. Pero no estaría mal que se aplicaran un poco el cuento, porque el cargo que juran, obedece a un fín de ser útiles poniéndo su buen hacer a disposición de quienes les facultan para ello.

Lo anterior me recuerda una anécdota – leída a Carlos Fisas- ocurrida a principios del siglo XX en la que un diputado por la provincia de Alicante le dió -cosa rara entonces pero hoy inconcebible- por visitar los pueblos de su distrito. Avisado el alcalde de uno de ellos, y ante la premura y la falta de perifollos, guirnaldas y adornos para embellecer el Ayuntamiento, no tuvo otra genial idea que pedir ayuda al cura del pueblo. Éste, con toda su buena inteción, le prestó el estandarte de la Púrisima (única fiesta que celebraba el pueblo), que puesto en la balconada de municipio decía: BENDITA SEA TU PUREZA.


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