Reflexiones
La puta cena navideña de empresa:
Navidad es ese momento del año en el que se supone que todos debemos mostrar nuestra mejor cara y ser caritativos con los demás. Una época para sacar lo mejor de nosotros mismos y alegrarnos de la dicha ajena. No hay más que ver cómo nos alegramos cuando al vecino de enfrente, al que odiamos con todas nuestras fuerzas, le toca la lotería. ¿Cómo no vamos a estar encantados que la suerte agracie a ese gilipollas que se dedica a tirar botellas en el contendor verde a las 3 de la mañana? ¡Es Navidad! La dicha nos invade.
Y por si no fuera suficiente con la lotería, llega la cena navideña de empresa; siempre me he preguntado porqué los de Riesgos Laborales no la prohíben. Si has asistido a una, sabrás de qué te hablo.
Cómo sobrevivir al inicio de una cena navideña de empresa :
Se supone que este tipo de eventos se organizan para confraternizar con los compañeros. Se supone. La cruda y desgarradora realidad es que estos encuentros “amigables” los carga el diablo. Son lo más parecido a meterse en una charca llena de pirañas y cocodrilos hambrientos (según en qué cenas puede haber hasta serpientes venenosas e hipopótamos agresivos). Asistir a un encuentro de empresa navideño puede ser más peligroso que jugar a:
¡JUMANJI!
La tensión se palpa en el ambiente y todo depende de los dados. ¡Buena suerte!
El primer escollo que hay que salvar es: el jefe.
¿A quién le apetece estar sentado al lado de él/ella y tener que reírle las gracias? Por eso es tan importante seguir unas normas básicas de seguridad:
1. Llegar a la cena pronto para elegir sitio. Es extremadamente importante no dejar ningún flanco al descubierto. Es decir, asegurarse de que hay compañeros de “respaldo” a ambos lados. Una asiento vacío a izquierda o derecha podría provocar que «el innombrable» llegara y se sentara a tu lado.
2. En caso de llegar tarde: asegurarse de ir acompañado del lameculos de la oficina. Así, si al entrar solo quedan dos sillas vacías, y una de ellas es al lado de Lord Voldemort, es más fácil convencer al pelota de turno que ocupe ese lugar.
3. En caso de seguir el punto 2 y encontrar que las 2 únicas sillas vacías son justamente las que hay a ambos lados del jefe, hay dos opciones: fingir un ataque epiléptico o joderse. Si eliges la segunda, cruza los dedos para sobrevivir en la jungla…
Especímenes de la jungla, digo, de la cena navideña de empresa:
• El criticón/criticona: Puede que pases con nota la prueba de librarte del jefe, pero si no vas con cuidado puedes terminar fácilmente atrapado en las redes del criticón de la oficina. Este espécimen va a ponerte la cabeza como un bombo, rajando de todo Dios. Si no quieres terminar con resaca, y no precisamente de alcohol, huye de él.
• El asocial: Es ese tipo de la oficina que no se junta con nadie. El solitario. En la cena se va a comportar igual que la oficina, así que mejor no busques su compañía, porque te va a pasar justo lo contrario que si te sientas con el criticón. Este no va a abrir boca. Bueno, sí, pero solo para comer. Después de haber zampado, lo más probable es que desaparezca del mapa, largándose a la francesa (Nota: traduzco para los poco versados en despedidas internacionales: sin decir adiós. )
• El árbol de Navidad: Suele ser mujer, casada o soltera, de cierta edad, y sin demasiada vida social. Se nota porque se adorna con TODO lo que tiene: vestido, pendientes, collares, anillos, gorro, bolso… Da igual que no pegue nada, la cuestión es lucirlo TO-DO; quizás la cena de empresa navideña será la única oportunidad que tendrá de hacerlo, hasta el año siguiente). El árbol de Navidad, nada más pisar “la jungla”, atrae todas las miradas, mientras el criticón de turno le pone a caldo en cero coma.
• Los que se enrollan: En una cena de empresa navideña no pueden faltar los que se enrollan. Esos compañeros que, después de unas copas de más, acaban catando filete ante la mirada atónita de los compañeros; menos del cotilla de turno, que ya se había dado cuenta de las miraditas que se echaban en la oficina. Este tipo de muestras de afecto no son demasiado recomendables, a no ser que se quiera ser la comidilla de la oficina durante meses.
• El que baila raro: Este tipo de espécimen suele darlo todo en la pista de baile. Es imposible saber si lo movimientos que hace son debidos a las 7 copas que se ha metido entre pecho y espalda o si es su don natural, no para el baile, sino para hacer el ridículo sin importarle una mierda lo que piensen los demás. ¡Un hurra para esos compañeros de oficina que nos regalan la vista y nos sacan unas sonrisas!
• El tímido que se desmelena: Es el típico compañero prudente que no habla por no ofender. Pero a la que bebe se convierte en el alma de la fiesta. El subidón suele durarle lo que dura la marcha, después decae y se pasa el resto del año ahorrando energía para la siguiente cena de empresa navideña.
• Al que se le va la olla: Hay personas que no soportan la presión, y si encima mezclan alcohol, los resultados suelen ser desastrosos. Cuidado con las fiestas que se celebran en la oficina, no es aconsejable dejar a esta peña cerca de las fotocopiadoras; el 99% terminan fotocopiándose el trasero y pegando las imágenes en la puerta de la oficina del jefe. Aunque pueden hacer cosas peores. Tienen bastantes números para terminar con una carta de despido post resacón.
• El del Karaoke: En todas las fiestas navideñas hay un cantante frustrado que no pierde la ocasión de agarrar un micro (lo de las mañanas en la ducha se le queda corto), amenizando la velada con sus gorgoritos. Lo peor viene cuando invita a otros a unirse a él o empieza a hacer gestos obscenos acompañando la letra de la canción. OMG! Otro en la lista de despidos.
• El animador de la fiesta: Este es, normalmente, el que se encarga de que todo el mundo tenga el espíritu navideño bien alto. Para ello, lleva consigo un arsenal de gorros de duende y cuernos de reno (que a saber de dónde coño los saca, porque suelen aparecer de la nada) que va poniendo en la cabeza de los sufridos compañeros de oficina. No contento con eso, también propone hacer la típica ¡puta foto de grupo! Siempre en el peor momento, que suele ser cuando todo el mundo se lo está pasando mejor (cortando el rollo) o cuando ya nadie está en condiciones de ser inmortalizado con un mínimo de decoro (y encima las dichosas fotos terminan siempre colgadas en internet).
Podría seguir con unos cuantos personajes más, pero lo dejo aquí. Tampoco es mi intención asustarte.
Recuerda, si vas a una cena navideña de empresa, solo debes seguir 2 simples reglas:
1. No tires los dados si no vas a terminar el juego.
2. Si llegas el primero a la meta, ganas.
Advertencia a los aventureros: no empecéis si no pensáis terminar. Las terribles consecuencias de este juego acabarán cuando un jugador llegue a Jumanji y repita «me cago en las putas cenas navideñas de empresa».
Ay, creo que me estoy confundiendo.
Bueno, ¡Felices Fiestas! 😉
No olvides dejar tus comentarios más abajo. Sobre todo si tienes alguna anécdota de la cena navideña de empresa 😀
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Olga
Adicta al chocolate y soñadora. Me dedico a escribir por placer.
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No quiero ni imaginar cómo sería una cena de empresa navideña en el Mandarin Foo. Menos mal que los chinos no celebran la Navidad 😛
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