Hoy he acudido en Pamplona a la presentación de la estrategia que el Colegio de Ingenieros Industriales de Navarra (COIINA) va a desarrollar durante 2019 en su calidad de Oficina de Transformación Digital para Navarra, una figura creada por el Ministerio de Economía y Empresa para fomentar la cultura de la Transformación Digital entre las empresas.
Reconociendo que casi toda iniciativa en este sentido ayuda, no dejo de percibir la gran diferencia que existe entre las pymes y la gran empresa. En contactos con clientes veo que la pequeña y mediana empresa suele tener una actitud reactiva, bien obligada por clientes o por cambios normativos. Son las circunstancias externas las que suelen llevar a estas empresas a adoptar nuevas tecnologías y herramientas que suponen una transformación en su cultura y en la forma de hacer las cosas.
Pero pocas veces la empresa ha diseñado una estrategia global que cubra todas las áreas de trabajo de la empresa. Y esto es así, a menudo, por falta de cultura tecnológica y también por falta de personal con la adecuada formación.
Por contra, la gran empresa, que suele disponer de más recursos tanto humanos como financieros, está liderando los procesos de Transformación Digital. La gran empresa adopta así una actitud proactiva, analizando cómo puede adelantarse a las necesidades de sus clientes, y diseñando una estrategia que engloba todos los aspectos del día a día de la empresa.
Otro elemento que me llama la atención es que muchas veces, cuando se habla de procesos de Transformación Digital, se habla de tecnologías y soluciones con mucho "glamour" (blockchain, realidad aumentada, fabricación aditiva... ). Sin embargo, en muchas empresas afrontar la Transformación Digital debería comenzar por modificar procedimientos mucho más, si se quiere, mundanos pero que tienen gran influencia en la eficiencia de las empresas.
En la gran mayoría de pymes existen numerosos procesos que podrían ser optimizados aplicando herramientas que hoy están al alcance de cualquier empresa. Pero el día a día, que en la pyme puede llegar a posponer indefinidamente la adopción de cambios, hace que se aplacen decisiones estratégicas en favor de solucionar urgencias y apagar fuegos.
Mientras tanto, surgen nuevas empresas con estructuras más livianas, menores gastos fijos, más ágiles en su capacidad de modificar sus modos de funcionamiento.
De la capacidad de una empresa de pasar de un comportamiento reactivo a uno proactivo va a depender, en mi punto de vista, sus posibilidades de futuro. Y esa capacidad está muy ligada a la actitud de sus responsables y de su equipo humano. Si no vencen la natural resistencia al cambio, las empresas van perdiendo competitividad hasta llegar a un punto en que sus clientes optan por otras alternativas. Por eso es importante adoptar la decisión de realizar la Transformación Digital y poner los medios para que se lleve a cabo en la práctica.