Revista Coaching
Cuando la queja se instala en nuestras vidas, en forma de adicción, es conveniente preguntarse si puede ser el síntoma de un profundo malestar interior.Seguro que todos hemos oído alguna vez la expresión ‘quejarse de vicio’. Según el diccionario significa quejarse sin motivo. Pero como en sentido popular los vicios implican acciones inmorales aunque placenteras, hay que colegir que quien se queja por sistema, ‘de vicio’, es que está obteniendo algún beneficio, algún tipo de goce oculto capaz de descodificar las claves de nuestro malestar La pregunta es qué hacer cuandola queja se instalaen nuestras vidas. ¿Hay forma de eludirla?La queja, de entrada, es una llamada de atención al interlocutor que está escuchando, una forma de decir ‘escúchame, que existo’, un reclamo al otro para hacernos notar, aunque hay formas y formas de queja. De pequeños aprendemos que llorando obtenemos la ansiada atención de mamá, que es tanto como reclamar amor y cuidados. Pero si de adultos seguimos reproduciendo ese comportamiento de forma sistemática, habría que preguntarse porqué castigamos así a quienes nos rodean.