Iniciamos esta serie de artículos hablando de la necesidad de que se entienda que el cuerpo, en su conjunto, sus estructuras musculares y esqueléticas, son un todo interrelacionado y que el ejercicio, sea con objetivos de competición o de salud, debe respetar esta idea de conjunto, de todo, para evitar consecuencias en forma de lesiones, en algunos casos, de carácter permanente.
LA QUIEBRA DEL EQUILIBRIO MUSCULOESQUELÉTICO
Nos referíamos también a la frecuente presencia de descompensaciones musculoesqueléticas. Si acudimos a lo que la Real Academia Española nos dice que es una descompensación, encontramos que se trata de un estado funcional de un órgano enfermo, que no es capaz de subvenir a las exigencias habituales del organismo a que pertenece. Si lo trasladamos al sistema musculoesquelético, habría que pensar en un desarreglo funcional de un grupo muscular respecto de su área o zona de influencia que revierte con casi toda seguridad en una lesión de tipo muscular o, en el peor de los casos, del tejido conectivo o incluso articular.
Casos de cifosis dorsal, síndrome cruzado superior, lordosis lumbar, condromalacia rotuliana, etc, son situaciones que por regla general vienen provocadas por una descompensación derivada de una hipertonicidad de un grupo muscular y la consecuente debilidad del antagonista, del sinergista o de ambos. Ello suele tener como consecuencia la inestabilidad de la articulación afectada por dichos grupos musculares.
MEDIDAS A TENER EN CUENTA
En el mundo del deporte amateur no hay reglas. La cercanía de las nuevas tecnologías ha puesto al alcance de la mano una ingente cantidad de información sin criterios de calidad ni coherencia en sus términos. Todo queda al buen sentido de quien recibe esa información. El proceso suele ser sencillo, vemos un vídeo que reproduce el ejercicio o deporte de moda y nos limitamos a intentar repetirlo en el gimnasio sin pararnos a pensar en los puntos clave de la ejecución técnica ni en el objetivo que el ejercicio elegido busca. Es habitual oír la frase: “hay un ejercicio que es muy bueno que creo que era así… y, ¡búf!, cómo quema el músculo”.
Dejarse arrastrar por modas, cuestión que en materia de ejercicio ha irrumpido con fuerza en los últimos tiempos, puede tener consecuencias nefastas, pero es cuestión a tratar en artículo aparte.
Quizás la descompensación más habitual es la que se produce por un hiperdesarrollo de la musculatura pectoral unida a una evidente debilidad de la musculatura que compone la cintura escapular y dorsal en su conjunto.
Desengañémonos, el ejercicio requiere esfuerzo y, pese a que todos asumimos esta máxima, es habitual que dediquemos más tiempo a ejercitar aquella zona del cuerpo que nos es más favorable o con la que nos encontramos más cómodos. En el ejemplo de la musculatura pectoral, es muy común ver usuarios de gimnasio que basan su rutina o circuito en una sucesión de ejercicios enfocados al mismo músculo. Press banca, press declinado, press inclinado, aperturas… la lista podría ser interminable. La lógica consecuencia es el acortamiento muscular, el adelantamiento de los hombros, una hipercifosis dorsal, dolor de espalda, dolor de hombros y con toda probabilidad una afectación de la zona lumbar y la cadera.
CONCLUSIÓN
La situación descrita en las líneas anteriores tiene una solución tan accesible, como accesible es la información que obtenemos de las redes. Organicemos una relación de ejercicios entendiendo que el cuerpo es un todo en conexión. Compensemos ejercicios en los que la musculatura agonista/antagonista se alterne de forma lógica. Dediquemos más atención a nuestros puntos débiles. Seamos estrictos en aprender la correcta ejecución técnica y, finalmente, si no lo conseguimos, busquemos la ayuda del profesional que nos ponga en el buen camino.