Revista Cultura y Ocio

La química del odio - carme chaparro

Publicado el 06 julio 2018 por De Lector A Lector @deLectorALector

LA QUÍMICA DEL ODIO - CARME CHAPARRO
NUESTRA OPINIÓN....
Los meses que han pasado desde la resolución del caso Slenderman no han sido los mejores para Ana Arén a quien nos encontramos de nuevo en esta nueva entrega de Carme Chaparro con La Química del odio.
La resolución de aquel caso no solo la ha tenido apartada del trabajo desde entonces, sino que hasta los más próximos a ella tuvieron miedo de las consecuencias que estaba teniendo en ella. Por fin, gracias a la ayuda y los cuidados de Joan, Ana ha logrado salir del pozo y el día de Nochebuena se incorpora a su nuevo destino en Homicidios. 
Ha elegido esa fecha a propósito ya que muchos de sus compañeros estarán de vacaciones y tampoco debería haber muchos sobresaltos en el Departamento pero muchas veces las cosas no son como esperamos cambiando su signo rápidamente.
La Duquesa de Mediona ha aparecido asesinada en su casa en un escenario cuidadosamente preparado. Por si esto fuera poco, unos días después, en un hospital se descuelga un ascensor y hay muertos. Lo que al principio pudo parecer un accidente pronto se descubrirá que no ha sido tal.
Ana Arén vuelve a encontrarse en el ojo del huracán, teniendo que enfrentarse a un caso con gran repercusión en cuya investigación aparecen algunos nombres de personas influyentes en distintos ámbitos de la sociedad, en el que tendrá que contar con un equipo nuevo en el que todavía no confía y con su "queridÍsimo" Comisario Ruipérez dejando claro quien manda y no desperdiciando la oportunidad de cuestionarla y ponerla en ridículo delante de quien sea.
Como ya ocurriera en No soy un monstruo, volvemos a encontrar en esta novela lo que podríamos decir son las señas de identidad de la autora: un caso que podría ser veraz, sin artificio, una investigación realizada desde un punto de vista muy real, la descripción de los procesos de investigación forense y policial ejecutados de forma muy rigurosa, y la introducción de técnicas muy curiosas como "los colores de la muerte" o alguna novedad tecnológica de factura española en la resolución, que en el caso de No soy un monstruo fue NeuroQwerty, y en esta novela ha sido un sistema de medición de emociones a través de las técnicas de neuromarkeing. Se nota que aquellas cosas que a Carme Chaparro, por un motivo u otro, le llaman la atención y tras las que hay o puede haber una historia o un microrrelato, las atesora en su particular archivo para después utilizarlas integrándolas con destreza en sus novelas. De la misma manera que queda constancia en ellas que tras todo lo que integra sus novelas (por ejemplo: las técnicas y prácticas que se utilizan en la trama) hay una amplia labor de documentación, sin extenderse después en largas explicaciones, y ahí es donde creo que más se nota su profesión de periodista, siendo clara y directa, yendo al grano en lo importante, captando toda la atención del lector y evitando aburrirle.
En cuanto a los personajes se nota que Carme Chaparro los traza con mimo, que le importa por lo que pasan y lo que sienten, sus emociones, y qué puede llevar a ese odio que lleva a una persona a matar.
Siempre que nos encontramos ante una segunda entrega de una saga nos surge la duda de si es imprescindible haber leído la anterior. En este caso se podría leer, perfectamente, La Química del odio sin haber leído No soy un monstruo antes, ya que Carme Chaparro vuelve a ofrecernos retrato de todos de los personajes que ya conocimos en la primera novela, pero desde mi punto de vista se disfruta mucho más esta segunda novela sabiendo de donde "viene" Ana.
No quiero pasar por alto cómo Carme Chaparro aprovecha para hacer su alegato y hacer una protesta feminista, reclamando la igualdad de (roles) trato entre la mujer y el hombre. Así veremos que es Joan quien se cambia de ciudad ya que tiene la ventaja de poder trabajar desde cualquier lugar, o las operaciones y tratamientos de estética a que se somete Ignacio Pachón, presentador estrella del Canal 11.
A Carme Chaparro se le da muy bien matar, y vuelve a demostrarnos que ha venido para quedarse, creando una trama bien urdida, con unos buenos personajes, sin escenas morbosas, trasladándonos a los escenarios, con una historia que no nos deja tregua, con giros que nos hacen dudar una vez y otra sobre la identidad del asesino, con una tensión que no decae en ningún momento y con un ritmo que va en aumento, y con un final a la altura, cerrando la novela de una forma coherente con todo lo narrado.
FICHA DEL LIBRO
FRAGMENTO

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