Revista Cine

La quinta estación (la cinquième saison)

Publicado el 29 enero 2014 por Descubrepelis @Descubrepelis

LA QUINTA ESTACIÓN (LA CINQUIÈME SAISON)

Antes de que Peter Brosens y Jessica Woodworth rodasen La cinquième saison (2013), ya nos habían acercado al análisis de la relación del hombre y su contacto con la naturaleza en sus dos otros trabajos: Khadak (2006) y Altiplano (2009), formando así una trilogía de lo más enigmática y angustiosa.
Una oscura sombra apocalíptica empieza a rodear una localidad Belga dónde el invierno parece que se ha instaurado para siempre y la primavera no va a volver jamás. Las plantas no crecen, los animales dejan de ser productivos, y las relaciones de los vecinos se van deteriorando más y más. La desesperación llevará a los habitantes del lugar a llevar a cabo las acciones más impensables para sobrevivir.
Si en sus dos otras películas los directores nos contaban esa visión del cataclismo medioambiental desde una perspectiva algo lejana al público europeo, los protagonistas en Khadak son un grupo de mongoles nómadas y en Altiplano la acción nos lleva hasta la aldea de Turubamba en los Andes peruanos, en esta ocasión los realizadores regresan a su Bélgica natal, concretamente a Condroz, el pueblo que los vio crecer. Allí nos cuentan la historia desde una perspectiva propia y más intima, ligada a la vida rural.
La cinquième saison abre con una secuencia de lo más desconcertante. En un plano abierto nos encontramos a un hombre estableciendo contacto visual directo con un gallo, este como respuesta no ofrece más que un excremento sobre la mesa en la que se encuentra. Esta situación se presenta ya como un resumen de lo que vamos a ver, tanto narrativamente -la distante relación del ser humano con el entorno natural- como estructuralmente -el ritmo lento que baila entra la fascinación y el aburrimiento, junto con las situaciones extrañas que bordean el surrealismo más oscuro-.
Sintetizando, nos encontramos con un fin del mundo a pequeña escala que no es complicado ir ampliándolo a raíz de su planteamiento, la relación del hombre con la naturaleza se ha roto y parece que no solo no tiene cura, si no que esta última quiere vengarse a toda costa, algo así como ese intento de Shyamalan que fue El incidente (2008), pero más complejo y lleno de aristas. Los autores del filme tienen claro lo que plantean y no dudan en presentarnos los personajes más útiles para ello, que tanto individualmente como en conjunto van conformando un cosmos dónde se nos muestra la guerra entre clases sociales, el miedo a lo extranjero, la culpa a lo nuevo o la lucha por la supervivencia más extrema, siempre con el conflicto natural como detonante, imposible pues no extrapolar ese planteamiento hasta un contexto económico que podría ser igual de factible al tono del filme y que tanto nos preocupa hoy.
El filme se construye con solidez, (des)compuesto en varios actos separados estacionalmente -invierno, primavera, verano, otoño y invierno de nuevo- y encabezados siempre por el acercamiento del hombre hacía el gallo, va poco a poco acercándose a las situaciones más apocalípticas, con una solida base estilística y una puesta en escena dónde no se olvidan los antepasados históricos y que además sabe muy bien como tratar el entorno rural en el que se encuentra. Es imposible no sentirse atraído por las imágenes del último segmento, quizás las más fantasmagóricas, dónde los habitantes del pueblo empiezan a rendir un culto pagano al puro estilo El hombre de mimbre (1973), dónde esas máscaras narigudas que recuerda a los médicos que perseguían la peste, y que rendían culto a las aves como símbolo para alejar la miseria que les perseguía.
No sólo de la onírica El hombre de mimbre bebe este filme belga, la síntesis de trabajos como la filmografía más cercana a la tierra de Béla Tarr, el ya comentado Shyamalan con El incidente o El bosque (2004), La cita blanca (2009) de Haneke o las películas de Marc Rechao de Reygadas, son inevitables durante la visualización de la película, pero ello no quiere decir que esta no se presente con una identidad propia, que la tiene y de gran presencia.

No nos vamos a engañar al no reconocer que La cinquième saison llega a ser agotadora en algunos momentos, pero el interés que suscita es el suficiente como para tenerla en cuenta.

TÍTULO ORIGINAL La cinquième saison
AÑO 2012 La cinquième saison habla de una época de alteraciones climáticas, de un invierno que no acaba nunca, de una primavera que no llega, de abejas que desaparecen, vacas que no dan más leche, de una familia que espía y desespera.
DURACIÓN 93 min.
PAÍS Bélgica, Holanda, Francia
IDIOMA Francés, Flamenco
DIRECCIÓN Peter Brosens, Jessica Woodworth
GUIÓN Peter Brosens, Jessica Woodworth
MÚSICA Michel Schöpping
FOTOGRAFÍA Hans Bruch Jr.
REPARTO Aurélia Poirier, Django Schrevens, Sam Louwyck, Gill Vancompernolle
PRODUCTORA Bo Films / Entre Chien et Loup / Molenwiek Film BV / Unlimited
GÉNERO Drama. Intriga
TEMÁTICA Vida rural. Catástrofes. Naturaleza

2012: Festival de Venecia: Sección oficial largometrajes a concurso. 2 premios.
2012: Seminci: Premio Especial del Jurado, Premio Fipresci, Premio de la Juventud. Nominada a mejor película.
2013: Festival Internacional de Denver: Premio especial del jurado.

- "No ocurre nada que te merezca la atención, aunque los habitantes de este lugar tengan la certeza de que va a llegar el apocalipsis (...) Es una película infame" (Carlos Boyero: Diario El País) = "Un interesante y angustioso relato en el que se cruzan demasiadas referencias (desde 'Wicker man' a Shyamalan pasando por el lirismo de Jeunet) para resultar original." (Luis Martínez: Diario El Mundo)
= "Hay que reconocer que la ambición del proyecto es mucho más interesante que muchas historias narradas de forma clásica, y la película nos deja algo desconcertados y perplejos frente a una buena historia, pero es una obra poética demasiado oscura para ser verdaderamente inquietante." (David Pérez: No es cine todo lo que reluce)
= "[...]pese a esa molesta sensación de artificio, no deja de jugar hábilmente con los recursos de un lenguaje audiovisual lleno de simbolismo y una puesta en escena vertebrada a través del encuadre, el plano fijo y la progresiva austeridad de los espacios[...] ★★★ (de 5)" (Daniel Jiménez Pulido: El Antepenúltimo Mohicano)


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