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Aunque creo que, como ha dicho Javier Marías, antes de opinar deberíamos esperar a tener en la mano la obra terminada, me voy a atrever a dar mi parecer sobre algunos de los cambios que se presentan en la nueva edición de la Ortografía de la Real Academia Española.
Me parece que uno de los que más polémica ha generado (incluso entre los propios académicos) es el del nombre de la letra ‘y’.
En el Diccionario de la Lengua Española (RAE, 2001) se dice que el nombre de esta letra es i griega o ye, pero lo chocante es que se pretenda que ahora todos los hispanohablantes la llamemos ‘ye’ y hayamos de olvidarnos de la denominación “i griega”. ¿Por qué?También dice el Diccionario que la ‘b’ se llama be, be alta o be larga, y que la ‘v’ se denomina uve, ve, ve baja o ve corta.Es verdad que a lo mejor son demasiados nombres para una cosilla tan chica, y por eso se propone que a partir de ahora se llamen respectivamente ‘be’ y ‘uve’ exclusivamente.Pero no me parece posible que los hispanohablantes de los países latinos se avengan a cambiar su forma de nombrar estas letras.Dicen los expertos que es bueno unificar la denominación de las cosas, sean letras o sean lo que sea. Vale, será bueno, pero ¿es necesario? Y sobre todo, ¿es factible? Yo humildemente creo que no. Ni necesario ni factible, porque un nombre asociado a un concepto es algo tan difícil de separar como las dos caras de una moneda.Así que yo me atrevería a decir que esta pretensión está destinada a fracasar.El secretario general de la Asociación de Academias, señor López Morales, ha señalado que el cambio de nombre de las letras es solo una propuesta y que si tal propuesta no triunfara, en la siguiente edición de la Ortografía se daría marcha atrás.Pues esperaremos y veremos lo que ocurre.Sí me parece razonable, en cambio, otra de esas supuestas novedades ortográficas anunciadas por la prensa como si fueran una ocurrencia mañanera de los académicos: que deje de usarse la tilde del adverbio solo.Hasta ahora siempre habíamos estudiado que hay dos clases de solo: uno que es adverbio, que significa ‘solamente’ y que lleva tilde, y otro que es adjetivo, que significa ‘en soledad’ y que no lleva tilde. Y por eso escribíamos:Quiero estudiar solo (sin compañía) y Quiero estudiar sólo (únicamente)
Con esa tilde se buscaba evitar en la escritura la ambigüedad producida por la homografía. Pero la verdad verdadera es que los casos en que esta ambigüedad se produce son poco frecuentes y además el contexto suele bastar para dejar claro el verdadero significado.Y, por supuesto, siempre podemos expresar la idea de otra manera menos conflictiva. Porque en realidad ¿no suena raro eso de 'quiero estudiar sólo? ¿No es más natural decir 'solo quiero estudiar'?).Otro ejemplo: si decimos 'Este verano voy solo a Mallorca', la ambigüedad está servida, pero podemos decir 'Este verano voy a Mallorca yo solo' o 'Este verano voy solamente a Mallorca'. Y evitamos esa tilde que, por cierto, no todo el mundo usa o no todo el mundo usa correctamente ni sabe apreciar la diferencia que implica.
De hecho, en la lengua hablada, donde no hay tildes, para evitar la ambigüedad recurrimos a lo mismo: se cambia el orden de las palabras, se añade alguna otra, se hace una pausa, se entona de determinada manera… Además, lo mejor de todo es que si prescindimos de la tilde, podremos contar por escrito, sin que pierda la gracia, el chiste de los mantecados:-Ayer me comí un kilo de mantecados.-¿Solo?-No, con pan.
Como decíamos, esto no es una decisión repentina: hace décadas que la norma ortográfica indica el uso de la tilde exclusivamente para los casos de evidente ambigüedad. Por eso la RAE, en su Diccionario, señala que el adverbio se escribe “solo o sólo”.Y por otro lado, en el Panhispánico de Dudas se dice que la tilde de sólo sirve para distinguir el adverbio del adjetivo pero que “también puede deshacerse la ambigüedad sustituyendo el adverbio solo por los sinónimos solamente o únicamente”.
También se ha acordado que no es necesaria la tilde en los pronombres demostrativos(este, ese, aquel, esta, esa, aquella, sus plurales y esos, estos, aquellos), por la misma razón: los casos de ambigüedad son pocos o rebuscados y se resuelven fácilmente por esos otros medios que nos proporciona la lengua.
Como se ve, la única novedad es que ahora - si es que finalmente se fija tal modificación- se recogerá ‘oficialmente’ en una publicación lo que es norma o recomendación desde hace luengos años. Otro tanto ocurre con la supuesta ‘desaparición’ de las letras (dígrafos exactamente) 'ch' y 'll'. Me parece que hace años que los niños recitan el abecedario diciendo A, B, C, D … K, L, M…, así que no es novedad que chapuza, chivato o chorizo aparezcan en el diccionario como parte de la letra C, puesto que las palabras que empiezan por ‘ch’ ya aparecen entre cevichero y cía; y las que empiezan por ‘ll’ aparecen entre lizo y lo, es decir, dentro de las entradas C y L respectivamente. La única diferencia es que hasta ahora el inicio de la ch y la ll se ha destacado con negrita y a partir de ahora, imagino, no se destacará. Pero seguirán estando en el mismo sitio.Además esto es algo que ya se anunciaba en la anterior Ortografía de la RAE, de 1999, como respuesta a una petición de diversos organismos lingüísticos internacionales para que el abecedario español se unifique con el alfabeto latino internacional. Es decir, que la nueva Ortografía lo que hace es reflejar un acuerdo de hace más de diez años.Sin embargo, y al margen de esto, lo de la unificación alfabética creo que sigue siendo imposible. Porque tenemos en nuestro alfabeto una letra, la ‘ñ', que no existe en otros alfabetos latinos, con lo cual tal unidad alfabética sigue siendo incompleta.Quizá haya que preguntarse nuevamente si la dichosa unificación es tan importante, o si en realidad no pasa nada por que haya diferencias dentro de un mismo idioma y un mismo alfabeto.
Y otro ‘ajuste’ ortográfico que a mí personalmente me parece razonable, es que se escriba Catar e Irak.Porque si decimos Londres en vez de London, y Florencia en vez de Firenze, encuentro lógico que se españolicen también Qatar e Iraq. Con respecto a los demás cambios propuestos por la Academia, me imagino que tienen detrás también una razón, que nos parecerá más o menos fundada y con la que estaremos más o menos de acuerdo. Pero yo no tengo todavía un juicio formado al respecto, por lo cual me abstengo de opinar, por lo menos de momento.
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