Para llegar al último de los pueblos, Lamadarcos, lo más cómodo es entrar en España y volver a Portugal. El carácter caprichoso de las fronteras. La dueña nos abre su tienda-bar y allí estamos un rato charlando con ella. De su infancia. De la emigración. De su relación con los vecinos espanhois. Una sagres y poco más. Toca volver a Senabria. Allí nos espera el Decano en su Mesón para almorzar.
Un viaje magnífico.Revista Opinión
Madrugamos y aún nos da tiempo a asomarnos al Támega para disfrutar del puente romano. Ponemos rumbo a los pueblos promiscuos. Por lo que he creído entender, a cambio de obtener el Coto mixto, España cedió su parte en los tres pueblos promiscuos; tres aldeas ubicadas en medio de la Raya, a unos pocos quilómetros al oriente del Coto. Nos cuesta llegar al primero, ya que el gps nos lleva por un camino sin asfaltar. Es una mañana fantástica de invierno. Finalmente, arribamos a Soutelinho da Raia y, esta vez sí, lo primero que hacemos es acercarnos al bar. Entablamos conversación con la gente que a esta hora está allí, (los que no han ido a misa) y un hombre nos lleva hacia la iglesia. Nos enseña orgulloso el patrimonio del pueblo y nos invita a mirar lo que se esconde tras el altar: restos de policromía que parece ser de época medieval. Nos cuenta por dónde discurría la raya y nos despedimos de él agradecidos. Tardamos algo más en llegar al segundo de los pueblos, Cambedo. Allí un vecinos nos señala la placa que recuerda a los hombres que se escondieron en el pueblo durante la terrible guerra civil española. Ya dijo James Joyce que la historia no es más que una pesadilla de la que (yo también) estoy intentando despertar.