Revista Diario

La raza de los Noseabundos.

Por Negrevernis
Existen entre nosotros unos seres únicos, que viven prácticamente de incógnito: los noseabundos.
Los noseabundos se mimetizan perfectamente con el exterior, adoptando preferentemente apariencia joven: pieles suaves y brillantes de adolescentes, melenas rizadas de casuales peinados, cabellos cortos masculinos cuidadosamente engominadas,... Tienen una tendencia especial por vestir prendas anchas -ellos-, muy anchas, procurando mostrar el borde de la ropa interior -de color discretamente acorde con el color de los cordones de las desabrochadas zapatillas. Ellas, con un gusto más variado, se decantan por camisetas estrechas y pantalones vaqueros de talle bajo, con la misma intención de mostrar sin provocar.
Por eso los noseabundos son difíciles de identificar; de hecho, su actitud ante la vida es similar, intentando pasar disimuladamente entre la masa. Sólo podemos saber que estamos ante uno de ellos al entablar conversación:
- ¿Qué tal estás hoy?- No sé.- ¿Tenías algo de deberes del colegio esta mañana?- No sé.- Pero, ¿de verdad que no te ha pasado nada de nada?- No sé.- ¿Cómo crees que podrías mejorar las últimas notas del colegio, con todos esos suspensos?- No sé.
Los miembros de esta raza, sin embargo, tienen una intensa, profunda y extensa vida social, aunque no lo parezca, pues tienen una amplia bolsa de contactos (los seres más activos, con la etiqueta de +400) en las redes sociales de Internet, con preferencia por Tuenti. Es allí donde despliegan todo su poder y espíritu crítico ante la vida que dejan pasar:
- ¿Has visto a Menganítez, el de la clase de al lado, cómo iba hoy vestido?- Huy, no sé.
Pero, ¡cuidado! Los noseabundos tienen una gran capacidad, un poder inmenso -del cual no son conscientes, debido a su capacidad de mimetismo e invisibilidad-: pueden contagiar a otras personas, convirtiendo así su hábitat natural en un estado óptimo de ingravidez temporal, un espacio en el que se encuentran cómodos y a gustito. El lugar estará contagiado cuando, por ejemplo, los adultos de los que se rodean ponen en marcha una conversación:
- Venimos a hablar con usted porque no comprendemos cómo es posible que en tres meses nuestro hijo no haya tenido ni un examen ni deberes ningún día.- No es posible, ¿no les ha dicho que cada tres semanas tenía un prueba escrita?- No sé.- ¿Ni que hace meses que tenía que entregar...?- No sé.- ¿Ni que tenía deberes el fin de semana de...?- No sé. Pero ya le hemos quitado la televisión, la consola, el teléfono, el MP3, el MP4, la radio y el DVD del cuarto...
Llegados a este punto, el noseabundo, inflitrado entre los miembros adultos del grupo más cercano, habrá logrado su objetivo principal: que le dejen en paz. Y es que esa es otra característica de los miembros de esta raza: el pensamiento general y muy extendido a través de sus +400 amigos de que siempre serán jóvenes de vida diluídamente fácil.
La raza de los Noseabundos.

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