Por J.M. del Río/Colaborador de la Santamambisa
“Del anecdotario de José Martí, Apóstol de la Independencia y Héroe Nacional de la República de Cuba, tomamos este relato donde se expone que en uno de sus habituales recorridos por los Estados Unidos, como parte de su labor organizativa para la preparación de la guerra necesaria, mientras conversaba animadamente con un grupo de patriotas que habían acudido al lugar para escucharlo, se le acercó un compatriota de buena vestimenta, interesado en formularle una pregunta que comprometiese en público la conducta de quien ya conducía las riendas del Partido Revolucionario Cubano:
–Dígame Martí, para usted, ¿cuál es la mejor raza?
Martí clavó su mirada en su interlocutor y luego de observarlo con detenimiento, le contestó con firmeza y de una manera persuasiva:
-Eso es muy fácil de contestar, mi querido amigo: la peor raza de la tierra es la de los viles; y esa, desgraciadamente, se encuentra en todas partes.”[i]
¿Por qué traigo a colación esta anécdota martiana? Parafraseando a Martí podría decir que eso es muy fácil de contestar y como que para flores con un botón basta, simplemente mencionaré algunos hechos que tuvieron lugar la semana pasada, para que usted, estimado lector o lectora que se ha tomado el trabajo de leer estas líneas hasta este punto, analice el proceder de estas personas que bien podrían integrar “la raza de los viles”.
Se comenta en el barrio, que el Senador Marcos Rubio, que cuando le conviene se presenta como “cubanoamericano”; pero que todos sabemos que de Cuba lo que le queda, si es que algo tuvo, es solo una referencia de odio y desprecio, acompañó a la esposa de Leopoldo López, procesado y condenado en Venezuela por ser responsable de la muerte de más de 40 personas, a un encuentro con el Presidente Trump. Objetivo principal de la visita: exponer sus aviesos y malintencionados criterios sobre los países que ambos pretenden “defender”, para lograr que el mandatario estadounidense reformule una política de agresiones y de línea dura contra los gobiernos y pueblos de esos países.
Otra especie de sarcasmo al que tuvimos acceso: los expresidentes españoles, Felipe González y José María Aznar, dedicados al deporte de la intromisión en lo que no les compete, han solicitado a la Organización de Estados Americanos (OEA) (si a esa misma organización que el Canciller cubano Raúl Roa designó con el calificativo de “Ministerio de Colonias”), pues nada más y nada menos que procedan a sancionar al Gobierno de Venezuela, aplicándole la “Carta Democrática”, lo que implica acusarlo de violaciones de los DDHH y de falta de democracia interna, sintonizando su pedido con los violentos y estruendosos estertores de los “escuálidos[ii]” venezolanos.
Otra cosa que hemos escuchado es que uno de esos grupúsculos integrado por una auto-designada “lideresa” y 4 ó 5 miembros más, pretendieron organizar un acto para entregarle un premio al Sr. Almagro, actual Secretario General del antes mencionado Ministerio de Colonias ¡en la Habana! Tamaña provocación y falta de respeto podría incluirse en un libro de humor negro con mezcla de ciencia ficción; pero como revolucionarios disciplinados que somos, si esto fuera cierto, respetaremos las decisiones que tome nuestro gobierno al respeto. Ahora bien me viene a la mente aquello que dijo el amigo de Cuba Omar Torrijos, fallecido Presidente de Panamá, en un multitudinario acto en la Plaza de la Revolución: “Me honro por estar aquí, porque a Cuba no viene el que quiere, sino el que puede”
Y lo otro que podría provocar risas por lo ridículo y extemporáneo que resulta, se trata del comentario que escuchamos sobre una visita que dice haber realizado la auto-titulada “lideresa” de las llamadas “damas de blanco” al arzobispo de la Habana, donde la susodicha declara que “le exigió” al citado prelado que intercediera en su favor partiendo de que en Cuba “no hay libertad religiosa”. Lo gracioso de esta novelita es que el comentario cargado de sorna, se lo escuche a un grupo de dignas y respetables señoras cubanas que salían de una iglesia después de participar en la misa que, como todos los días y en distintos horarios, tienen lugar en todas las iglesias del país.
¿No es verdad amable lector que no hay peor raza que la de los viles?
[i] Tomado del libro “Entre espinas, flores, Anecdotario”, Carlos Manuel Marchante Castellanos. Oficina de publicaciones del Consejo de Estado. 2015. Pág. 246-247
[ii] En lenguaje coloquial: elemento contrarrevolucionario.
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