Revista Cómics

La realidad™

Publicado el 24 octubre 2016 por Alvaropons

materiaTras Inercia, Antonio Hitos sigue ahondando en Materia (Astiberri) en la construcción de un imaginario generacional a partir de la observación aséptica, deshumanizada en este caso de forma explícita al desposeer a sus personajes de la forma humana para revertirlos en una suerte de evolucionados reptiles que caen sistemáticamente en los mismos errores que los humanos. Y, al igual que en su primera obra, Hitos vuelve a proponer al lector un ejercicio de abstracción e inteligencia que obliga necesariamente a cavar en esa capa de aparente superficialidad con la que construye su relato. Lo hace ya desde un planteamiento capitular que da un paso más allá de los tradicionales enfrentamientos filosóficos entre ética y estética, ciencia y ética o ciencia y estética. Si entre estos conceptos hay una tensión constante que los años no han conseguido resolver, nada mejor que elevar esa relación biunívoca a un triángulo de transitividad completo: ciencia, ética y estética, convirtiendo sus diferencias en un ciclo completo que se necesita entre sí. Cada capítulo de Materia resuelve uno de los conceptos desde la contemplación de la vida diaria de una juventud que ha perdido ya toda esperanza en un futuro que les fue sustraído sin permiso. La Ciencia, el primer capítulo, toma en la ambigua existencia del gato de Schrödinger el mejor símil para la tediosa realidad que vive un joven de la sociedad hipermercantilizada global, existe solo en un juego de espejos, cuando cumple lo establecido por una sociedad que no dudará en invisibilizarlo cuando se aparta del canon. La Ética se representa desde la cultura del éxito como aspiración, contrapuesta con la de las emergentes religiones diseñadas por ordenador, mientras que la Estética se convierte en un refugio natural, contaminado a cada paso por el control de la hipersociedad que castiga la disensión. En el fondo, un escenario de abducciones extraterrestres, un elemento de disrupción que sirve a Hitos para desarrollar con toda la extensión la complejidad de un discurso en el que nada se deja al azar. Los personajes son desarrollados de forma lineal y básica, sin emociones, sin pasiones, como simples piezas en un tablero sobre el que no saben cuál es su función real, reforzado por un trazo esquemático y una paleta de colores fundamentales (aproximaciones al cyan, magenta y amarillo) que distancia al lector lo suficiente para descubrir la interrelación del entorno con los personajes. Al igual que los alienígenas que observan desde su nave, el lector puede observar Materia con un continuo donde seres vivos y entorno desarrollan una relación simbiótica: la ciencia, ética y estética se revelan (o quizás, se rebelan) como el esqueleto fundamental de una existencia que está siendo arrebatada.

Materia es una obra densa y compleja escondida tras esos trazos simples y sus diálogos triviales. Porque su propuesta es, precisamente, ir tras las causas que han transformado nuestro hoy en una elegía de la banalidad.

beverly
Es curioso cómo se pueden trazar conexiones entre la obra de Hitos y Beverly, de Nick Drnaso, nueva adición de Fulgencio Pimentel a su maravillosa lista de impronunciables. Una serie de historias cortas que van ensamblando un relato desolador de ese invento llamado la “América profunda”. Un concepto que solo se entiende desde la supina (y profundamente soberbia) ignorancia de la compleja realidad de una sociedad americana. La realidad que plasma Drnaso no es la de una américa pueblerina, sino la de una sociedad que vive su deshumanización progresiva con la alegría de las canciones de la Coca-Cola. La frialdad del análisis de Drnaso transforma dramas urbanos cotidianos en inquietantes fotos fijas, perturbadoras. Más que las reflexiones sobre el aislamiento, sobre el miedo al otro, sobre el distanciamiento impuesto, quizás el relato que mejor representa la decepción hacia la sociedad que nos narra Beverly es esa historia sobre la alegría de una madre al saber que va a formar parte del grupo de evaluadores de una nueva serie de televisión. Drnaso borda en este capítulo su discurso, mostrando en paralelo el anodino y absurdo episodio piloto, la publicidad que lo trufa y el análisis de la atenta madre. La máxima ilusión en la sociedad de la TV de 24h es formar parte de las élites que deciden lo que ven los demás, que pueden influir en el supuesto devenir de los mitos catódicos. Una ilusión que Drnaso machacará sin piedad con la confrontación de la realidad: la serie es tan solo un vehículo de los mensajes de consumo, lo único verdaderamente importante en nuestra sociedad. No importa la calidad de la serie, lo intrincado de la trama, la calidad de las interpretaciones. Solo su eficacia como transporte de anuncios publicitarios.  Con su línea de trazo finísimo y sus colores casi completamente desaturados, Drnaso crea una realidad fantasmal a la par que inexplicablemente fidedigna, pero irrefutable en su diagnóstico de los tiempos que vivimos.

Dos obras recomendabilísimas


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