Una interpretación local de La rebelión de las masas de Ortega y Gasset, que no he terminado y creo que no voy a terminar, porque a partir de la segunda parte, página tal, habla de que “alguien” debe mandar (sic) en el mundo y ese “alguien” no puede ser Estados Unidos porque es una criaturita inexperta (escribe en los años 20). Así que esa parte me pareció cagante, porque insiste en que europa no puede dejar de mandar sobre las naciones que apenas aprenden a caminar. Voy a guardar el libro y quedarme con esto:
La rebelión de las masas es el ascenso de la estulticia, lo zafio, lo facilón y desenfadado al poder, a las posiciones clave, a los micrófonos y las pantallas. Las personas masa son las valentonas engreídas que creen que su palabra es ley, que las cosas son como son o deben ser según su percepción y todo gira alrededor de ellas, a su servicio, para que el “señorito” disfrute a placer su gracioso paso por este mundo que no le merece.
Para esta peligrosa estirpe el mundo empieza hoy. No importa si se está parado sobre la tumba de Pakal o debajo de las cariátides del Olimpo; lo que cuenta para el masa es lo que sirve. Con este desenfado, tenemos servidores públicos con cargo de alta responsabilidad posando como anunciando una pasta dental en un espectacular (y aparenta tener menos de 32 años). Es la nueva masa (nueva en relación con la de los 20s que describe Ortega y Gasset). Difícilmente han siquiera cargado un libro básico de política o historia de México o universal o de lo que sea que forme en ciencia política, historia o al menos en sentido común. Y la gente los aplaude, pide personajes hueros (y güeros, ¿por qué no?), de lindo rostro. Estos hombres y mujeres masa no quieren más políticos en la política (sic!), quiere gente que los entienda (re sic!).
Los masa quieren circular libremente, no quieren meterse en problemas ni en grilla, sólo quieren que los dejen trabajar y, claro, que los demás, esos revoltosos que cierran calles, se pongan a trabajar. Porque los masa son gente de bien, trabajadores que toman las oportunidades como vienen, sin ponerse a lloriquear (sic) y “aprovechan la crisis”, la toman como un reto para sacar lo mejor de sí y salir adelante sin esperar que el gobierno venga a solucionarles la vida (aunque esa solución sean derechos básicos que por obligación debe procurar el estado con el dinero de los impuestos, como seguridad, estabilidad económica y educación). Los masa viven para sí, por sí y porque sí. “Yo, los míos, y lo demás que se lo cargue Pifas”.Ortega y Gasset aclara que las masas no están formadas sólo por la gente de bajos recursos y escasa instrucción. Entre ellos hay, pero la masa más peligrosa es la opulenta, la que tiene acceso a posiciones clave de decisión de amplio impacto. De hecho es más frecuente hallar ahí a los masa, regodeándose en su arrogante ignorancia o, como dice el autor, rebelándose, es decir, tomando posiciones y decisiones que afectan a más de tres social, política, económica y ecológicamente.