El emperador Cómodo.
Durante la dilatada historia del Imperio Romano se han sucedido multitud de rebeliones y guerras civiles. Muchas han trascendido hasta nuestros días, pero la mayoría no. Una de esas rebeliones ocurrió a finales del S.II durante el reinado del emperador Cómodo. No fue una rebelión al uso. No fue un golpe de Estado ni una revuelta de esclavos. Fue un acto de defensa de miles de perdedores y explotados. Una rebelión de los desertores.Hacia la década del 180 d.C. un militar romano llamado Materno desertó del ejército y agrupó alrededor de él a una multitud que puso en jaque al mismo Imperio. No se sabe mucho de él ni de su rebelión, ya que la historia, como es sabido, la escriben los vencedores. O mejor dicho, ellos elijen si la escriben o no. Y en este caso solamente un historiador llamado Herodiano, un funcionario del Imperio, describió los acontecimientos que protagonizaron Materno y sus seguidores.
El Imperio Romano a finales del S. II
La descripción de los hechos es absolutamente parcial. Los rebeldes son tratados como “malhechores” y “bandidos”, pero Herodiano termina por reconocer que su fuerza aumentó tanto que acabaron por convertirse en “enemigos” del Imperio más poderoso del momento que fue incapaz de destruirlos en poco tiempo. Según el historiador, el ejército de Materno llegó a ser tan poderoso que provocó una verdadera crisis en la parte Occidental romana. Herodiano explica que “recorrían toda la tierra de los galos e hispanos atacando las ciudades más grandes; quemando parte de ellas y asolando el resto antes de retirarse”. Es decir, reconoce la incapacidad imperial de mantener el control e imponerse.Pero, ¿quiénes eran los hombres de Materno? Herodiano cuenta que fueron miles de desertores. De hecho llama a este episodio la “Guerra de los Desertores”. ¿Pero qué tipo de desertores? A primera vista parece que se refiere a legionarios. Esto explicaría el éxito de Materno a la hora de enfrentarse al ejército y de mantener la disciplina. ¿Pero buscaba en realidad Herodiano justificar la incapacidad imperial para sofocar la rebelión dándole mayor categoría a su enemigo? No es lo mismo luchar contra campesinos y esclavos que contra ex legionarios armados y entrenados.
Sin embargo, todo apunta a que los seguidores de Materno eran desertores, sí, pero no sólo del ejército. Eran desertores de la propia sociedad romana. Esclavos huidos, campesinos arruinados, soldados maltratados, etc. Todos miembros de las clases más bajas y oprimidas del Imperio. Buscaban, ante todo, libertad. No tener que ser explotados ni oprimidos en una estructura social basada en la injusticia.
Lucha de clases
La sociedad romana se caracterizó desde su mismo comienzo por el conflicto entre clases. Al principio fueron los patricios contra los plebeyos. Le siguió la guerra entre populares y optimates, y durante el Imperio éste se institucionalizó entre los llamados humiliores y honestiores. Dos mundos diferentes y enfrentados.
Campesinos
Por un lado, la clase dirigente, la familia imperial, los senadores y la llamada clase ecuestre, ciudadanos adinerados que el emperador utilizaba en la burocracia como contrapeso al papel político tradicional del Senado. Por el otro, todos los demás. La plebe que se apiñaba en las grandes ciudades, sobre todo en Roma, viviendo en condiciones insalubres y muy peligrosas. Los campesinos, cada vez más arruinados y empujados a ofrecerse como colonos, se convertían en semiesclavos en los latifundios de los grandes terratenientes. Y los propios esclavos, una población de millones de personas que carecían de la consideración de seres humanos.Materno al parecer no tuvo demasiados problemas para reclutar a sus huestes. Miles de personas se unieron a él y recorrieron las enormes extensiones de la Galia e Hispania sin demasiados obstáculos, a pesar de los esfuerzos de Septimio Severo, futuro emperador, general y gobernador de la provincia Galia Lugdunense. Esta zona era de romanización más débil que otras del Imperio. Había sido conquistada y arrasada por Julio César unos 230 años antes, pero aún pervivían núcleos de cultura celta que solamente habían recibido un pequeño barniz de cultura grecorromana. Es decir, todavía existía cierto clima de ocupación y de tierra conquistada. Roma quedaba lejos y las lealtades se resentían.
Pero la rebelión era demasiado dependiente de su líder como para tener un futuro a largo plazo. En el año 187 Materno marchó a Roma con el objetivo de asesinar a Cómodo y subir él mismo al trono. ¿Delirios de grandeza? Desde luego un fatal error de cálculo. Fue traicionado y ejecutado.
Al final Materno no quería cambiar las cosas, sino subir él mismo a la cúspide de la pirámide social. Sin embargo, su rebelión fue un precedente muy importante de lo que estaría por venir. Cómodo fue a su vez asesinado cinco años después acusado de locura. Le siguió un breve momento de caos y después el reinado de Septimio Severo, el perseguidor de Materno. Sólo pudo retrasar lo inevitable. Medio siglo tras la rebelión el viejo orden imperial empezó a hacer aguas en todo el Imperio. Crisis económica, pobreza, plagas, golpes de estado, guerras civiles y las primeras invasiones bárbaras. Roma estaba podrida por dentro y por fuera. Había comenzado su decadencia.