La mejor noticia para los demócratas españoles en este 2017 es la rebelión que ha estallado en Andalucía y Asturias contra el impuesto de Sucesiones y Donaciones, un atraco en toda regla que lleva años perpetrándose con impunidad, ante el silencio de los ciudadanos. El clamor popular contra ese impuesto permite tener esperanza en el futuro de España, un país con fama de cobarde en todo el mundo porque parecía incapaz de alzarse contra los muchos abusos e iniquidades que les imponen sus políticos desde la más insultante impunidad. ---
Parece evidente que unos políticos que, después de saquear las cajas de ahorro, de despilfarrar sin límites, de endeudar al país hasta las cejas y de esquilmar a los vivos con impuestos abrumadores, terminan ahora exprimiendo también a los muertos con el Impuesto de Sucesiones, lo menos que merecen es una actitud ciudadana de rebeldía y de boicot fiscal.
Los asturianos, que junto con los andaluces son los que más pagan por heredar, nada menos que cien veces más que madrileños y canarios, empezaron antes su rebelión y han logrado acumular más de 110.000 firmas, lo que equivale a más del 10% de la población y casi el 15% del electorado en Asturias, que han sido presentadas en la Junta General para reclamar la supresión del tributo.
Los andaluces comenzaron su protesta un poco después, pero lo hacen con un ímpetu deconocido en estas tierras, donde la gente está acostumbrada a soportar los desmanes y abusos del poder político. Ya tienen casi 70.000 firmas y esperan llegar al medio millón. Ante el defensor del pueblo presentaron más de 40.000 y ante el Parlamento, casi 60.000 en ambos casos para solicitar que el impuesto sea reducido al máximo, como en Madrid o Canarias, para acabar con ese abuso que, además de injusto por obligar a pagar por lo que antes ya ha pagado (doble imposición), es también contrario a la Constitución porque discrimina a los que heredan en las dos autonomías penalizadas por la avaricia de sus gobernantes.
A la Junta de Andalucía se le está viendo su verdadero rostro en este Impuesto y lo que se ve es tan feo y sucio que da espanto: insensibilidad, falta de valores, codicia, abuso y una inesperada dosis de crueldad.
Los socialistas nunca informan de lo que no les interesa y por eso silencian algo que ya se está reflejando en los sondeos de opinión: un descenso notable en la intención de votarlos, pues los ciudadanos, indignados contra ellos por sus abusos y brutalidades tributarias, les esperan en las urnas para hacerles pagar su arrogancia y apego a la injusticia.
Mientras que Asturias, Extremadura y Murcia han reaccionado dignamente a la presión popular y se proponen reducir ese impuesto o bonificarlo al máximo, como los ciudadanos demandan, la Junta de Andalucía, tozuda e insensible, se ha plantado decidida a mantener su brutal injusticia, provocando la ira y la indignación de sus administrados.
Pero, con independencia de cual sea el resultado de esta lucha, la rebelión de un pueblo que empezaba a ser señalado desde todo el mundo por su cobardía y capacidad de someterse a los abusos y carencias de sus políticos, es una gran noticia que siembra de esperanza el futuro de España y que abre las puertas a una regeneración que sólo llegará si los ciudadanos la fuerzan presionando y castigando a su pésima y nada democrática clase política.
En Andalucía y Asturias, los medios de comunicación no sometidos al poder se hacen eco del clamor popular y publican a diario casos concretos de víctimas de ese impuesto que sobrecogen por su brutalidad e injusticia. Los testimonios sobre familias arruinadas y acerca del sufrimiento que ese impuesto, el más brutal e impopular de España, están provocando en la población indignación y un profundo rechazo hacia Susana Diaz y su eterno gobierno.
Y lo mejor es que la resistencia al oprobio y el abuso no para de crecer, lo que abre una puerta a la esperanza y a esa regeneración que España necesita y que los políticos, sean del color que sean, siempre impiden.
Francisco Rubiales