Revista Educación

La rebequita

Por Siempreenmedio @Siempreblog
La rebequita

Estos días estoy leyendo Lugares fuera de sitio (Sergio del Molino, Espasa) y lo estoy disfrutando bien fuerte. En sus páginas el autor visita y nos describe lo que él llama las esquinas dobladas del mapa. Esos lugares que no terminan de encajar en la narrativa unidireccional y continua de España (Llívia, Ceuta, Melilla, Olivenza o Rihonor de Castilla), que ni siquiera son España (Gibraltar, Andorra) y esos pellizcos, anomalías, que son el Rincón de Ademuz (el Teruel valenciano) y el Condado de Treviño (la Álava burgalesa). El paseo está siendo grato, partiendo algunas veces desde el prejuicio, otras, las más, desde el desconocimiento, para llegar, indefectiblemente, a las ganas de pisar algún día el sitio fuera de sitio.

Está claro que el mérito es del autor. La prosa fluye y el tema, que de partida suena anodino, te atrapa y te acompaña. Logra que quieras saber más, que quieras estar, que quieras ser capaz de preguntarte y preguntar como lo hace del Molino. Pero también quiero pensar que el libro me ha gustado porque yo también soy de un lugar fuera de sitio. Canarias es Europa sin estar en Europa. Canarias es África y ha elegido vivir completamente de espaldas al continente. Canarias ha decidido (voluntaria e involuntariamente) mirar más lejos y acercarse América y ejercer a la vez de embajada y de estación de paso.

A lo mejor me siento identificado por eso. Porque me he criado en un lugar fuera de sitio y he logrado mantenerme en él (¿o fuera de él?) durante toda mi vida. Porque, triple mortal atrás con doble tirabuzón, nací en un pueblo que es un lugar fuera de sitio dentro de otro lugar fuera de sitio. La Orotava, norte de Tenerife, es un pueblo canario en el que cualquier madre, en pleno agosto, puede decirle al hijo que sale por la puerta de casa: "No te olvides la rebequita, que sabes que por la noche refresca." Y decirlo llena de razón. La misma razón que me asiste cuando me cago en todo al despertar cada noche, a 2500 kilómetros de La Orotava, bañado en sudor.

La rebequita

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