La receta contra la crisis, a largo plazo, es fácil; tiene sólo tres componentes:
1. Que los países desarrollados (léase los EEUU o España) ahorren más, consuman menos, sean más disciplinados fiscalmente y equilibren sus balanzas de pago (evitando los grandes déficit).
2. Que los países emergentes (léase China o Corea) consuman más, ahorren menos, equilibren sus balanzas de pago (evitando los grandes superávit) y sigan invirtiendo.
3. Que ambos lo hagan gradualmente (no de golpe).
Conseguir que eso sea posible no será fácil, porque exige:
- Que los políticos de los países desarrollados superen la oposición de sus ciudadanos a recortes en sus gastos públicos.
- Que todos los implicados pongan sobre la mesa las dosis necesarias de generosidad y disciplina.
Quizás suene imposible, pero es la única salida. O se hace por las buenas, o se hará por las malas.