"Y de esta última manera, en mi opinión, es como se contempla en el mal llamado Plan Nacional de Acción para el Empleo. La base del texto elaborado por el Gobierno de España es que la reducción de los desequilibrios macroeconómicos y la liberalización de los mercados generará crecimiento económico y éste supondrá la creación de más empleo. Entre los instrumentos se citan la reforma fiscal, la introducción de más competencia, el favorecimiento de la ganancia de productividad y la cooperación entre los sectores públicos y privados para mejorar los servicios públicos (¿más privatización de servicios públicos?). Si esto no es ortodoxia neoliberal, que venga Dios y lo vea."
No, desilusionaros, no se trata de que Che Guevara haya resucitado de milagro y se haya atrincherado en una sierra cualquiera de la cordillera Bética para abrazar la causa de los trabajadores y poner en marcha alguna revolución pendiente.
Son palabras pronunciadas por el ínclito Guillermo Gutiérrez durante el Primero de Mayo de 1998.
Se ve que con los años, una vez el viento y el olvido han efectuado su labor de barrido de los vocablos hueros, el discurso es diametralmente opuesto. Ahora, en vez soliviantar contra la opresión a los trabajadores, lo políticamente correcto es criminalizarlos y estigmatizarlos ante la sociedad, aunque para ello se tenga que pasar por encima de unos cuantos derechos constitucionales.
Corren tiempos en los que la hipocresía campa a sus antojo y la incoherencia se instala en la vida pública al cobijo del coche oficial y del maná necesario para el estómago agradecido. Y, lo que es aún peor, parece que a la sociedad este ataque frontal y determinante a la salud democrática se la trae al pairo.
Ya sólo nos queda ejecutar a los discrepantes en las plazas públicas para cerrar de una vez el maldito ciclo evolutivo que comenzó hace miles de años.
Lo mismo nos va mejor con el regreso al caminar a cuatro patas. Al menos en esas tesituras no tienen cabida los listillos como éste, aunque para ello nos veamos obligados a renunciar a socorrer a los más débiles.
Todo no iba a ser perfecto.