Trabajo en un hospital concertado. Eso significa que prácticamente a todos los efectos funciona como un hospital público, pero puede ofertar sus servicios de pago a pacientes externos. Y estos pacientes vienen, mucho. Porque el hospital en el que trabajo es bueno. Muy bueno. Y estos pacientes que vienen suelen ser ricos. Bastante ricos. Porque la medicina es carísima. La buena medicina lo es aún más. Bastantes tardes, cuando salgo del curro, me encuentro con una hilera de monovolúmenes negros, de lunas tintadas, con chófer esperando al volante o apoyado en el capó. De estos coches se bajan familias que adivino (y muchas veces acierto) provenientes, por ejemplo, de Emiratos Árabes Unidos. Llegan al hospital por la enfermedad grave de algún hijo y obviamente no reparan en viajes ni en gastos para intentar curarlo.
Esto significa que cualquier familia catalana (y no catalana, que la sanidad va por barrios pero los hospitales de referencia existen por algo) puede disfrutar de la misma calidad médica que un emiratí podrido en pasta y probablemente desesperado por gastarla. En este país se ha elaborado una red de protección sanitaria de tal calibre que un niño de Sant Ildefons tendrá acceso a la misma calidad de imagen por resonancia, el anticuerpo terapéutico más recientemente desarrollado y la quimio y radioterapia menos agresivas que el hijo de un emir de Dubai.
Pero ha vuelto la moda de que hay que bajar impuestos. Con campaña electoral de por medio o sin ella, vuelven voces autoproclamadas liberales, políticamente incorrectas pero con sentido común, a decir que esta red se puede sostener con muchos menos recursos. Es más, que con los euros que nos vamos a ahorrar al mes los españolitos de a pie podremos afrontar cualquier urgencia médica que nos asalte. Y aún nos sobrarán perrillas para contratar un seguro médico privado que no, seguro que no, juran por Snoopy que no, nos dejará tirados cuando tengamos algo más grave que un esguince grado 2. Estas voces, la última la de Alberto Núñez Feijóo, oh sorpresa, salen de cuerpos que no necesitan esta red. Porque tienen otra. Una compuesta de herencias, patrimonio, contactos, amistades (en el caso de Feijóo algún narco incluido), médicos privados de los que cobran caro y trabajan bien. Y te intentan convencer de que tú, que no tienes herencias ni patrimonio ni amigos narcos, también estarás protegido sin impuestos. Que con cuatro duros basta para curar un cáncer. Pero el gobierno se está quedando estos cuatro duros para forrarse.
Ellos no solo saben que están protegidos. Saben que para que unos pocos (ellos) puedan tenerlo todo, es imprescindible que una gran mayoría (nosotros) tengamos muy poco. E intentan que seamos nosotros mismos los que renunciemos.
No digo que seamos listos todo el rato. Es complicado. No aspiro a que no nos engañen nunca. Es imposible. Pido que lo intentemos.