Febrero de 2021 marcó un punto de inflexión para el millón de sirios refugiados en Europa. Por primera vez, un tribunal alemán condenó a un alto cargo del régimen de Bashar al Asad por crímenes de guerra. Se trataba de Eyad al Gharib, quien se había escondido en Alemania haciéndose pasar por una víctima del conflicto antes de ser sentenciado a cuatro años y medio de prisión. Hasta entonces, todos los intentos de enjuiciar a los responsables de crímenes de guerra en Siria habían sido frustrados por el bloqueo de China y Rusia en el Consejo de Seguridad de la ONU, impidiendo la investigación de la Corte Penal Internacional.
A la sentencia contra Al Gharib se sumó un año más tarde la cadena perpetua contra Anwar Raslan, miembro de la Dirección General de Inteligencia, y varios fallos contra otros miembros del régimen ocultos por toda Europa. Todos fueron juzgados en virtud del principio de jurisdicción universal. En 2023, Francia incluso emitió una orden de arresto contra Asad, y Canadá y Países Bajos acusaron de tortura al régimen ante la Corte Internacional de Justicia, cuando la victoria armada contra la dictadura parecía imposible.
Detrás de muchos de estos casos operaba una “red fantasma” de refugiados sirios de muy diversos perfiles y dispersos por el continente. Su objetivo ha sido identificar y recopilar pruebas contra los partidarios de Asad y de Dáesh en suelo europeo. Para conocer más sobre la historia, hablamos con el periodista y documentalista francés Jonathan Millet, director de la primera película al respecto basada en su propio trabajo de investigación y que fue estrenada en cines el pasado febrero.
La represión y éxodo de los sirios
2011 vivió el estallido de las revueltas árabes. En pocas semanas, los dirigentes de Túnez y Egipto cayeron ante la presión popular y la pérdida de apoyo de las élites locales, incluido el ejército. En Siria, sin embargo, el presidente Bashar al Asad optó por perpetuarse en el poder a través de la violencia. Pa...
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