Desde la comunidad primitiva, la asociación del ser humano con sus semejantes ha sido esencial para el desarrollo; sin embargo, las relaciones entre personas también son motivo de frustración y depresiones.
Para la mayoría, el contacto inicial con alguien puede ser difícil, cosa que varía en función de la sociedad en la que se viva. Si a las limitaciones de personalidad se suman los miedos provocados por el entorno; es decir, el nunca hables con extraños que se inculca a los menores, ahora incrementado por el temor a la delincuencia, el crimen organizado, el terrorismo, según el caso, hacer nuevas relaciones se dificulta.El crecimiento de la Internet ha sido terreno fértil para eliminar las limitaciones. De alguna forma, el miedo escénico desaparece al interactuar por medio de la red; de ahí que hayan surgido diversos sitios que facilitan el encuentro de las personas, pero el mayor de todos, en el que el mundo entero encontró la forma ideal de relacionarse, y compartir sus vidas, es Facebook.
El invento de Mark Zuckerberg nació en 2004, y el cine no tardó en ocuparse de su historia, afortunadamente el proyecto cayó en manos de David Fincher y Aaron Sorkin, director y guionista, quienes han probado, de sobra, su talento en el oficio que desempeñan.
Con el nombre de The Social Network, Fincher llevó a la pantalla los eventos que dieron origen al nacimiento de Facebook. La película se centra en Zuckerberg (Jesse Eisemberg), pero no es el típico biopic, lo principal de la trama es la mirada antropológica que hace, dado que las motivaciones del creador de la red social son las mismas de una inmensa cantidad de personas alrededor del mundo; por eso el crecimiento exponencial del sitio.
En el guión de Aaron Sorkin los diálogos hacen que la información fluya de forma abundante y contribuyen a dar forma a personajes que se comunican a nivel distinto; en especial Zuckerberg, quien aparentemente vive aislado, sin poner atención a lo que los demás dicen, pero su lenguaje son las ideas, las que captura al vuelo, sin importar quién las tenga, pues una idea ajena sirve para detonar cientos propias; es alguien que piensa a la velocidad de un microprocesador de gran potencia y que ejecuta en tiempo real.
Las actores hacen un gran trabajo: Eisemberg construye un personaje creíble, su papel era difícil, pues tenía que dar vida a un tipo ambiguo, con quien no se llega a simpatizar, pero tampoco genera rechazo. Andrew Garfield, por su parte, resuelve con solvencia su asignación, da vida a un joven con maneras de metrosexual, pero tímido al momento de relacionarse con el sexo opuesto. Arniee Hammer hace un papel correcto, aunque pudo haberle sacado mayor jugo a la doble interpretación que hace de los gemelos Winklevoss. Justin Timberlake, es Sean Parker, el fundador de Napster, aquella página que destrozó los cimientos de la industria disquera, acá aparece unos minutos en pantalla, los mejores que el ex cantante de ‘N Sync haya tenido en su carrera.
La red social es la puesta en escena de la sociedad actual, que encuentra en la Internet la forma de vencer sus temores y mantener el contacto entre semejantes, aunque este sea virtual.
David Fincher hace tremenda labor de dirección y da muestra, como ya lo hiciera en El club de la pelea, que su fuerte es explorar en la conducta humana. Lo único que se puede achacar al film es que algunas escenas pierden el ritmo y pueden llegar a generar aburrimiento.
Calificación 9/10