Las noches del viernes, los jóvenes y no tan jóvenes del pueblo, saciaban su sed con abundante ingesta de alcohol. El local se encontraba atestado de gente borracha, y principiantes en el arte de bailar. Daisy cuya belleza no pasaba desapercibida, empezó a recibir las primeras miradas de deseo por parte de un grupo de jóvenes. Fue divisando a la gente, hasta que sus ojos se clavaron en un joven delgado, sus brazos se encontraban repletos de tatuajes, su forma de bailar y reirse con sus amigos denotaba los primeros síntomas de embriaguez. Empezó a bailar con su forma sexual, su movimiento de cadera y el balanceo de su larga melena fue atrayendo cual hechizo de magia negra al joven.
– Hola guapa – dijo el joven, acercándose a su oído.
La música en el local se encontraba muy alta.
– Hola – dijo Daisy, con mirada seductora.
– Nunca te había visto antes.
– Es la primera vez que vengo – contestó Daisy.
El joven le agarró la cintura con sus delgados brazos coloridos, y se arrimó más a ella.
– Bailas muy bien – dijo con un tono de voz excitada.
Daisy no dijo nada, siguió bailando acercándose más a él, colocando sus manos en su cintura y mirándole tímidamente a la cara.
– Perdona, pero he olvidado tu nombre – dijo el chico.
Las copas ingeridas por el joven en su cuerpo, le hacían olvidadizo.
– Daisy, y tú como te llamas – asomando en su rostro un ligera sonrisa.
– James, guapa vamos a la barra que te invito a una copa.