Hoy, día 29 de Agosto de 2.011, es el final de las vacaciones. El descanso, no sé si merecido o no, se termina, y empieza un nuevo curso con incertidumbres y problemas más o menos habituales.
El año que viene, el calendario Pirelli aportará fotografías de Kate Moss, que fue retratada por un antiguo novio; la instantánea que ilustra la entrada de hoy, corresponde a un momento de dicho reportaje.
La imagen es hermosa y alegrará la vista de numerosos caballeros sobre todo; es una forma festiva de comenzar, de recomenzar, el trabajo, el día a día, con las energías menos que más renovadas. La señorita Moss vive en el Olimpo de los dioses, en el paraíso de la gente diferente, de la clase alta, del lujo y el glamour que muchos de nosotros no disfrutaremos nunca, ni siquiera unas horas. Por ello no ha de ser necesariamente más ni menos feliz, pero tendrá un punto de comparación sobre las cosas del que carecemos casi todos.
Leo los medios digitales, ojeo alguna red social y un programa de mensajería instantánea. Me doy cuenta de que la vida sigue más o menos igual a como la dejamos hace un mes, y es que treinta días dan para cambiar pocas cosas aunque todos seamos un poco más viejos. La edad no representa necesariamente más experiencia, pero suele suponer un mayor número de cicatrices que tampoco nos hacen más listos. Cuando uno no esté muy seguro de lo que debe hacer a continuación, siempre puede brindar con una copa de cava. Estimados lectores, va por ustedes.
