Crecen las voces en el PSOE que piden a Sánchez "una reflexión profunda" para no arrastrar al partido hacia el desastre, pero ninguno tiene huevos u ovarios para decirle que se marche porque es él quien aplasta al partido (y a España). En el fondo, cientos de miles de socialistas saben ya que el culpable es Pedro Sánchez, un cobarde que, como siempre, huye de los resultados y de la verdad. El PSOE se encuentra en un momento crítico. Tras el reciente batacazo electoral en Extremadura, donde ha sufrido un descalabro histórico, crecen las voces internas que exigen a Pedro Sánchez una "reflexión profunda". Pero, ¿Qué significa realmente esta eufemística petición? Es un grito ahogado de disidencia, un intento tímido de señalar al culpable. Sánchez no solo está arrastrando al partido al abismo, sino que está aplastando a España en el proceso. Sin embargo, nadie en las filas socialistas parece tener el coraje —ni huevos ni ovarios— para decirle abiertamente que se marche. Esta cobardía colectiva no solo perpetúa la crisis, sino que la agrava, condenando al PSOE a una irrelevancia progresiva. ---
El impacto psicológico ha sido devastador: militantes y dirigentes murmuran en privado contra el liderazgo de Sánchez, pero en público el sanchismo se muestra "más vivo que nunca", evitando cualquier autocrítica real y culpando al PP de sus propios fracasos.
Ese PSOE arrogante y soberbio, incapaz de reflexionar y de rebelarse contra su fracasado líder, lleva en su alma el germen de la muerte.
Esta disonancia es el síntoma de un partido secuestrado por un líder que prioriza su supervivencia personal sobre el bien colectivo.
Figuras del socialismo histórico como Felipe González, Alfonso Guerra, Jordi Sevilla y muchos otros señalan a Sánchez acusándolo de destruir el partido y de causar a España daños profundos.
Incluso los jóvenes socialistas de Asturias han solicitado un congreso extraordinario tras los escándalos de acoso que han erosionado la credibilidad del PSOE, exigiendo actuaciones contundentes.
Se trata de protestas llenas de miedo y tibieza, más indecentes que el silencio porque están envueltas en una cobardía que les impide ver el problema real: Sánchez es el problema central.
Ha convertido el rechazo de los españoles en tendencia irreversible que pronto se hará realidad en Aragón, Andalucía y en todas las regiones donde se abran las urnas. La derrota será profunda, reflejando el fracaso de un Sánchez empeñado en hundirse con el barco entero.
Su estilo autoritario, sus alianzas controvertidas y su gestión errática han alienado a votantes tradicionales, permitiendo el auge de Vox y un PP que, aunque apenas sube, se beneficia del vacío socialista.
En sus castrados análisis, los socialistas hablan de dimisiones locales y del refuerzo de VOX, pero evitan la verdad de que su líder nacional está erosionando no solo el partido, sino el tejido social de España. Políticas canallas como las alianzas con independentistas o la gestión económica que ha incrementado la deuda y la inflación, han convertido al gobierno en un lastre para el país.
Es hora de que el PSOE despierte. La historia juzgará esta cobardía socialista y el veredicto será implacable: o se renueva ahora, o se hunde para siempre.
¿Por qué esta parálisis? El miedo es palpable. Sánchez ha consolidado un control férreo sobre el aparato del partido, donde disentir equivale a un suicidio político. El dedo acusador jamás apunta a la Moncloa, donde vive el verdadero responsable.
El PSOE, bajo Sánchez, es hoy una tribu de cobardes que se dejan conducir al cementerio por un loco.
Francisco Rubiales
