Giovanni Giaccio
En el ámbito de la reforma laboral impulsada por el gobierno italiano, el artículo 18 del Estatuto de los Trabajadores de 1970 vuelve a aterrorizar a los asalariados del país, después de muchos años de discusiones por parte de los tres últimos gobiernos sobre si hacerlo desaparecer o no. Pensado para proteger los derechos de los obreros, como es natural, este artículo garantiza que los empleados que sean despedidos de manera improcedente deben ser readmitidos.
¿Cómo funciona el artículo 18?
Por el momento, si un trabajador con contrato indefinido es despedido sin un motivo justificado, puede denunciar al empresario. Desde ese momento, da comienzo un procedimiento que investiga las causas que han causado la despedida. Si el trabajador ha sido despedido sin de manera improcedente, según este artículo, que se aplica en las empresas de más de quince trabajadores, el empresario tendría que readmitirle, pagándole además una indemnización –en ningún caso inferior a cinco mensualidades– por los perjuicios sufridos.
El problema es que con los últimos tres gobiernos el artículo 18 ha sido amenazado: ¿quitarlo o no quitarlo?
Ahora, después de los cambios llevados a cabo por Elsa Fornero, ministra de Trabajo, el primer ministro, Matteo Renzi, vuelve a hablar de modificar el artículo 18, creando pánico entre los ciudadanos, que empiezan a confundirse y a no saber cuáles son sus derechos, debido a unas leyes que cambian continuamente.
¿Qué quiere hacer Renzi?
El exalcalde de Florencia ha elaborado seis artículos para los trabajadores que incluyen las siguientes cuestiones:
1) redes de protección social (es decir, instrumentos pensados para quien pierda su trabajo);
2) instrumentos para hacer crecer el empleo;
3) simplificación de los procedimientos para los ciudadanos y las empresas;
4) las tipologías de contrato;
5) tutela de la maternidad y de la conciliación entre vida personal y laboral;
6) los tiempos y las modalidades para aplicar los decretos.
El tema de discusión es la incertitud que hay en algunas de estas propuestas. Renzi habla de “contratos a tutelas crecientes”, es decir, una tipología de contrato que prevé que el empleado tenga unos derechos y una protección social que crezca según pasan los años trabajados. Pero no está claro si este contrato a tutelas crecientes incluye a los trabajadores protegidos por el artículo 18.
Lo que asusta a los italianos es que, con la crisis económica, después haber buscado desesperadamente un trabajo, no pueden estar tranquilos ni siquiera trabajando: si la reforma sale a la luz, un trabajador podría perder su puesto sin poder protestar de ninguna manera.
En los periódicos y en los programas de televisión, todos los días políticos de la izquierda, de la derecha, de aquí y de allá casi se matan para decir que “su propuesta (la de su partido político) es la mejor”. Mientras tanto, los italianos asisten a ese trágico espectáculo teniendo cada vez más claro que un político que siempre ha trabajado en las altas esferas nunca podrá entender cómo se vive con esta incertidumbre. Ellos jamás entenderán lo que Italia necesita si no salen de sus sillones y no van directamente a las calles a hablar con el ciudadano de a pie, que está ya muy cansado.
IMAGEN: Giacomo Carena