Llevamos dos meses seguidos generando empleo, aunque seguramente una parte responda a la estacionalidad, otra debe ser coyuntural (por ejemplo creamos empleo en la construcción, en la industria y en la agricultura y no sólo en el sector servicios), lo cuál indica que a menos que la crisis adopte una forma de W (en la cuál hay una gran caída, luego un pequeño repunte o llaneo y luego otra nueva caída más profunda aún), es muy posible que estemos un momento no de recuperación pero sí de estabilización.
Como ya dije, pelearse por una reforma laboral cuando no se estaba generando ni un sólo empleo neto es una tontería si se plantea como herramienta para salir de la crisis. La reforma laboral no creará un sólo empleo, sólo marcará la tipología de empleo que se genere. Por ello yo era contrario a que se aprovara o se presionara demasiado a un acuerdo a pérdidas por la parte de los trabajadores en plena destrucción de empleo. Es evidente que hacer la reforma cuando se destruye empleo lo que haría es que esta fuera lo más lesiva para los intereses de los trabajadores y lo más favorable para los intereses de los empresarios (y a pesar de que hay intereses comunes, también los hay confrontados).
El escenario sin poder confirmarlo, es posible que ahora sea distinto al de hace 3, 6 o 12 meses: estamos estabilizando el empleo y no lo destruimos de forma tan bestia, y el empleo que se genera comienza a ser ligeramente superior al que se pierde. Bien, en este momento las cosas comienzan a estar mejor para hacer una reforma laboral.
Hasta ahí de acuerdo con las intenciones del gobierno, ahora que tenemos un mercado laboral que supuestamente comienza a recuperarse es bueno que esta recuperación se haga en un nuevo escenario institucional que potencie un tipo de empleo y de actividad económica de mayor valor y con mayor estabilidad, que luche contra el mercado laboral dual y que además resuelva problemas estructurales serios. Con la reforma laboral no va a cambiar todo pero sí que es uno de los cambios que debe haber, ahora mismo se generan más incentivos para que la gente monte negocios de construcción cutres o de turismo barato que empresas que fijen empleo y hagan crecer la productividad.
Además, creando empleo, la reforma laboral se puede negociar más en igualdad de condiciones, ya que la sensación de los trabajadores no es que tengan que “tragar” cualquier situación sin perspectiva de poder mejorar y por tanto la capacidad de apoyo de la postura de los sindicatos siempre es menor y por tanto la reforma que salga siempre sería más favorable a las condiciones que imponen los empresarios. Creando empleo o con la sensación de que comenzamos a salir las cosas están más igualadas.
Ahora bien, ¿es urgente esta reforma?. Para tranquilizar a los mercados financieros sí. Porqué en lo que es la eficacia real, si tuviéramos espectativas de que la economía fuera a generar 1.000.000 de nuevos empleos netos este año sí, pero esto sabemos que no es así, y que además las espectativas aunque mejores, para los empresarios son duras y difíciles y aunque el despido fuera gratuito tampoco contratarían a indefinidos porqué la esperanza sobre la durabilidad de su propia actividad es baja.
Es urgente “para la tranquilidad de los mercados” algo que no es poco y también es urgente para los que temen que la crisis pase y no se aproveche para solucionar problemas estructurales (los actores sociales no tienen incentivos para realizar cambios cuando las cosas van bien), pero no es urgente para los trabajadores ni para los empresarios. Para ellos los que menos, al menos los que representa las patronales ya que defienden el actual modelo de negocio cutre y de poco valor añadido. Para los trabajadores que entran en el mercado laboral no es urgente, aún no se está generando empleo en cantidad com0 para que los nuevos trabajos definan el mercado laboral del futuro.
Dejémoslo que la reforma laboral es deseable para todos los actores sociales (excepto una parte de los empresarios) que se realice lo antes posible. Pero no es urgente desde la perspectiva laboral pura y dura. Menos si esta urgencia se realiza pactando una reforma laboral realmente lesiva. Además la urgencia casa mal con la profundidad de la reforma laboral. Encontrar el punto en el que se combata la dualidad del mercado laboral, no se pierdan derechos, pasa por un cambio en el concepto de indemnización por despido que modifica sustancialmente el actual. Y eso se ha de hacer con cuidado, con inteligencia y a fondo. No nos sobra tiempo, pero tampoco nos falta tanto como el que nos hacen creer. Le falta al gobierno para convencer a los mercados internacionales que ha asumido la batuta de la lucha contra la crisis, pero no nos falta a los trabajadores. Vuelvo a decirlo la reforma laboral no va a generar ni un sólo empleo.
De hecho hay visiones de economistas que consideran que es precisamente lo liberalizado y flexible que es el mercado laboral español el que explica como se ha destruido empleo de forma tan sencilla. En un artículo de Boone y Jhonson se llega a afirmar que:
“Spain’s high unemployment is partly the result of a more liberalized labor market that made it easier to let workers go when their labor contracts expire.”
Por tanto, sí, la reforma laboral es necesaria, sí, la reforma laboral es un buen momento de negociarla, pero la urgencia no responde a los intereses de todos sinó de “los mercados”, que no es poco, pero no somos todos. Por ello, si el gobierno decide tirarse a la piscina y reacciona al bloqueo de la reforma que mantiene la patronal con sus posturas inmovilistas de máximos, cediendo a las demandas de los mercados pura y dura y al modelo que más le interesa a la patronal (basicamente reducir el coste del despido y punto), entonces lo más seguro es que Zapatero se coma una huelga general. Y visto lo visto, en este país siempre que se ha organizado una huelga general la ley que la ha provocado se ha tirado atrás o se ha visto totalmente alterada. Si eso ocurriera estaríamos en el peor escenario ya que no habría reforma laboral, ni urgente ni no urgente.
Y la culpa no será de los sindicatos, no se puede asumir que los sindicatos tengan que asumir por narices un escenario de máximos que impone la patronal, o que se estén quietos ante una reforma laboral de poco calado que sólo reduzca el coste del despido y punto como es la que parece que vaya a aprovarse.
Y como no, lo de la reforma del sistema financiero y las políticas fiscales que afecten a las economías de más nivel lo dejamos para otro día, siempre después de los recortes sociales o las reformas laborales. En este sentido, el gobierno, intentando mantenerse firme en unas posturas “izquierdistas” al final se ha visto dominado culturalmente por el ala derecha al no saber plantear unas reformas en su conjunto que afecten a todos los ámbitos y no sólo se queden las que culturalmente les interesa más a la derecha económica. La propia inactividad del gobierno le ha rebasado su propia estrategia y lo ha transformado en un pelele de los intereses de “los mercados financieros”. Que aunque no son los malvados Gnomos de Zúrich, sí que no responden exáctamente a los intereses de los trabajadores españoles ni las reformas que estos mercados más aplauden son las que mejor le conviene a la economía española. Una prueba puede verse en lo extraño que pidan a España que controle su déficit de forma radical cuando este está tan mal como el de UK o USA, teniendo además un endeudamiento menor, y a estos últimos le ofrezcan los mejores parabienes… ¿no será que el liberalismo que se propugna desde los mercados funciona de forma distinta según a quien quieras imponérselo?.