Tras publicarse el pasado sábado en el BOE el Real Decreto Ley sobre la reforma laboral, la solución al grave problema del desempleo sigue siendo la asignatura pendiente de este país.
Y es que si esta reforma laboral quería crear las condiciones para generar ocupación no lo va a lograr. Más bien al contrario.
Estamos ante una reforma que abarata el despido cuando deberíamos estar ante otra que abaratara la contratación (para potenciarla). La grave situación socioeconómica que se está padeciendo en España, con una grave recesión y un nivel de desempleo que puede alcanzar a una cuarta parte de la población activa, exige pensar prioritariamente en cómo poner a la gente a trabajar de manera inmediata.
Nadie pondrá en duda que para volver a tasas de crecimiento superiores al 2% del PIB de manera estable es necesario conseguir una recuperación del consumo que solamente vendrá con una mayor contratación de trabajadores.
Sobre lo hablado y escrito estos días en torno a esta reforma laboral, aparte de las opiniones de políticos, empresarios, sindicalistas y periodistas, me quedo con las de los expertos. No porque sean más independientes que las del resto, -todo el mundo tiene una cierta ideología-, sino por su condición de profundos conocedores del tema en cuestión.
Entre este último colectivo existe un consenso que la reforma tiene la intención de cambiar la cultura laboral en nuestro país asemejándola a la de algunos países de nuestro entorno. Probablemente se conseguirá, a largo plazo, entre las generaciones más jóvenes que no han vivido otra experiencia que la de los contratos temporales o el desempleo. Pero hablamos de la siguiente década. Mientras, debemos apostar por no perder la actual.
Pero no afronta la supresión del marasmo en la contratación como se había avanzado, ni pone en marcha otro modelo laboral como podría ser el austríaco o apuesta por una flexiseguridad que se ha aplicado en algunos países con gran éxito, como Dinamarca por ejemplo.
Esta reforma laboral abarata el despido que es bien visto en clave empresarial justificándolo con la frase “si es más fácil despedir también lo será contratar”. Pero esa última parte de la sentencia no es del todo correcta ya que no se abarata la contratación. Esa es la parte de la reforma laboral que no se ha acometido. Y, me atrevo a decir, quizás es la más urgente.
Con 5,3 millones de parados en España y con el convencimiento que se pueden alcanzar los seis millones en 2013, es imperioso crear empleo. No dudo que se haya de abaratar el despido, en línea con lo que se aplica en los mercados de nuestros competidores, pero sobre todo se ha de potenciar la contratación. ¿El camino correcto para ello son las bonificaciones en las cuotas de la Seguridad Social? No parece que hayan triunfado en el pasado como para que los empresarios se lancen a una contratación masiva.
Abaratar la contratación para las empresas es premiarlas por generar empleo. Algunos expertos plantean nuevos escenarios. Se debería probar si la exención temporal de las cotizaciones sociales sería una herramienta útil o si la reducción en su imposición fiscal motivaría más que las bonificaciones, por citar tan solo dos ejemplos.
Pero para implementar ese camino hay que proceder a una reducción del tamaño del Estado ya que esas medidas suponen menos ingresos públicos. La gestión pública debe ser más eficiente y centrarse en aquellos temas donde la iniciativa privada no actúe.
Así pues, a la reforma laboral le resta esa otra asignatura pendiente si quiere ser verdaderamente de ayuda en la salida de la crisis. Si no, será una más de las múltiples que se han realizado.
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