En 1214 fallecía el rey Alfonso VIII, dejando abierta la cuestión sucesoria, la hija mayor era doña Berenguela, quien se convertía en una gran oportunidad para los reinos extranjeros que pretendían ver incrementado su poder. Su primer matrimonio con Conrado de Rothenburg, pero fueron retirados los esponsales al nombrarse heredero al infante don Fernando (1189 – 1211).
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En 1197 se casaba en Valladolid con el rey de León, Alfonso IX del que nacería el futuro Fernando III, pero cuyo matrimonio sería anulado por Inocencio III en 1204. Este suceso colocaba en una situación complicada al matrimonio pues corría el riesgo que su heredero fuera considerado ilegítimo.
La regencia de Álvaro Núñez de Lara y la muerte del rey Enrique I
El matrimonio fue disuelto por pertenecer a un tercer grado de consanguinidad. Berenguela no lo tuvo nada fácil desde un principio con un magnate de la talla de Álvaro Núñez de Lara, hijo de Nuño Pérez quien anteriormente fue regente del rey Alfonso VIII durante su minoridad. Álvaro Núñez participó en las Navas de Tolosa donde obtuvo la gratitud de Alfonso VIII. La repentina muerte del infante don Fernando supuso un revés y una crisis sucesoria dentro de la corona de Castilla, pues Alfonso VIII quiso llegar a un acuerdo con las coronas de León y Portugal para nombrar heredero a su hijo Enrique, saltándose por alto los derechos de las hermanas del infante, Sancha y Dulce. Meses más tarde el propio Alfonso VIII moría dificultando aún más la situación castellana. No obstante, antes de morir dejó por escrito las disposiciones sucesorias, entregaba al infante Enrique en regencia de doña Leonor de Plantagenet, que a su vez la cedería a Berenguela. Según nos cuenta la Crónica latina de los Reyes de Castilla, una mayoría de los barones acordaron que Álvaro Núñez fuera nombrado regente y tomará el cargo del heredero y del reino.
Durante unos meses Berenguela sería regente del reino, unos escasos meses que fueron suficientes para que la nueva tríada de hermanos de Lara (Álvaro, Gonzalo y Nuño) conspirara en contra de los intereses de Berenguela. Obtuvieron la tutela del joven Enrique y Berenguela tuvo ceder la regencia del reino a Álvaro Núñez con la única condición de que mientras este ocupase la regencia no se podía otorgar ni arrebatar tenencias a ningún noble del reino sin con el consentimiento expreso de doña Berenguela.
En este breve reinado de Enrique I la familia de Lara alcanza su máximo apogeo y se convierte con diferencia en el linaje más poderoso y rico de toda la Península, con la posesión de importantes territorios tanto en Castilla como en León. Tal fue el poder de estos que Álvaro Núñez que rompió el acuerdo total impunidad nombrando nuevos titulares más afines al linaje de Lara.
Álvaro Núñez para 1216 además consiguió apartar del reino al infante don Fernando, que es trasladado al reino de León donde desde mayo de 1216 firma diplomas junto a su padre, Alfonso IX de León. Desde ese mismo año se percibe una situación de crispación entre las facciones de los Lara y de los partidarios de Berenguela del que destacamos sobre todo al señor de Vizcaya, López Díaz II de Haro.
Tal era la situación que doña Berenguela perpetró un intento de huida del joven Enrique I, pero fue descubierto y frustrado por los Lara que tomaron represalias contra el mayordomo real que fue cesado de su puesto y apartado de la corte de Enrique I.
A comienzos de 1217 el linaje de Lara y los Haro, Meneses y Téllez pensaron poner fin al conflicto por las armas. De estas luchas intestinas de la nobleza castellana una gran parte del reino fue devastado sobre todo la comarca de Tierra de Campos que sufrió las correrías de los hombres del conde de Lara, ya que en estas tierras se encontraba la mayoría de tenencias de los rivales políticos que respaldaban a doña Berenguela.
Un hecho insólito no exento de debate tuvo lugar a finales del mes de mayo de 1217, pues mientras el joven rey Enrique I se encontraba jugando con otros mozos de su edad, un tal Iñigo de Mendoza dejó caer una teja sobre la cabeza del rey que lo hirió de muerte. Quizás fue un accidente fortuito sin más, pero la muerte de Enrique I beneficiaba enormemente a Berenguela justo cuando se encontraba contra las cuerdas; tal vez la muerte de Enrique I fue un ataque premeditado fruto de la desesperante situación de Berenguela y sus partidarios. Una vez muerto el rey quedaba como única heredera al trono de Castilla.
Esta hipótesis, aunque con claroscuros se ve reforzada si se rasca un poco la superficie y se investiga quién era este joven Íñigo; nos encontraremos con que en estos momentos los Mendoza eran una familia menor emparentada con los Haro, una de las familias más importantes del reino y fieles a las pretensiones de Berenguela.
La inmediata abdicación de Berenguela y coronación de Fernando III, provocaba la ira de Alfonso IX que se acogía a los acuerdos del Tratado de Sahagún (1158) y pactó con la facción de los Lara que derivó a una guerra civil castellana entre los años 1217 y 1218.
Autor: Fernando Manuel Torres Lara para revistadehistoria.es
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Bibliografía:
- Doubleday, Simon (2004). – Los Lara: Nobleza y monarquía en la España medieval – Madrid: Ed. Turner.
- Estepa Díez, Carlos & VVAA (2011) – Poder real y sociedad: Estudios sobre el reinado de Alfonso VIII (1158-1214) – León: Universidad de León.
- González Jiménez, Manuel (2011) – Fernando III, el Santo – Sevilla: Fundación Juan Manuel Lara.
- Martínez Díez, Gonzalo (1993) – Fernando III (1217-1252) Colección: Corona de España – Palencia: La Olmeda.
- Salazar y Castro, Luis (1694) – Historia Genealógica de la Casa de Lara, Madrid.
- Sánchez de Mora, Antonio (2003) – La nobleza castellana en la Plena Edad Media: El linaje de Lara – Tesis doctoral dirigida por: Manuel González Jiménez. Sevilla.
- Torres Sevilla, Margarita (1999) – Linajes nobiliarios de León y Castilla siglos IX-XIII. Valladolid: Consejería de Educación y Cultura.
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