El cine español, como la política, el periodismo, la Justicia y otros sectores importantes de la vida española, necesita regenerarse y recuperar su audiencia, que ha abandonado las salas de proyección ante la ausencia de calidad y acierto en las producciones. Invadido por la mediocridad, cubierto de cutrerío, falto de grandeza e incapaz de realizar cintas de éxito internacional, el cine español vive arrastrándose y sobrevive sólo gracias a las subvenciones. España, uno de los países con más heroísmo y grandeza en su historia, echa de menos un sector cinematográfico capaz de reflejar en la pantalla las grandes conquistas y logros del pueblo español y de conseguir que el arte cinematográfico contribuya a formar a las nuevas generaciones en el amor a la nación, a las tradiciones, a los valores y a la cultura común. ---
VOX ha pedido a los cineastas españoles que se dejen de realizar mediocridades y afronten el reto de plasmar en el cine, con calidad y acierto, gestas y biografías como la de Blas de Lezo, el marino que impidió que Gran Bretaña se adueñara de la América española.
Los cineastas españoles han respondido a VOX que no hacen una película del héroe Blas de Lezo porque no les da la gana.
Menos mal que se han negado porque si hicieran ese film es probable que presentaran a nuestro admirable héroe "medio hombre" como un forajido loco y violento. VOX quiere que el cine español produzca obras sobre nuestra gloriosa historia, llena de héroes y gestas admirables, pero ese deseo es un claro error de VOX porque cada vez que el cine español incursiona en la historia, hace el ridículo. Recordad lo que hizo Abenamar con Hipatia de Alejandría, una película que profanaba la historia y arremetia contra los cristianos, presentados como salvajes incultos, o lo que han hecho con la reciente versión de los Últimos de Filipinas, unos soldados de España que más que héroes parecían locos, drogadictos y descerebrados.
No hace mucho hablaba de ese tema con un amigo, profesor de la Universidad de Sevilla, y su tesis me dejó frío: “mejor que nuestros cineastas no hagan películas históricas porque retratarían a Hernán Cortés como un genocida, a Pizarro como un aventurero lleno de codicia y a Felipe II como un tenebroso monarca, alucinado y triste”.
No puedo estar más de acuerdo. Cuando era Dircom de la Exposición Universal Sevilla 1992 participe en un debate sobre si debíamos hacer una película sobre Colon y el Descubrimiento, un debate que ganamos los que apostábamos por recurrir a Hollywood en lugar de al cine español. La verdad es que el debate fue fácil ganarlo porque la mesa estaba llena de personas que tenían pánico a la baja calidad de nuestro cine.
VOX, como millones de españoles, añora ver a nuestros héroes en la gran pantalla, pero es mejor dejarlos descansando en sus tumbas hasta que nuestros creadores cinematográficos aprendan a hacer cine de calidad, a prescindir de las subvenciones y a volver a llenar las salas, hoy casi vacías de un público al que han decepcionado.
La gala de los Goyas de 2019, celebrada en Sevilla, fue otra exhibición de politización y parcialidad sectaria. Vetaron a VOX y arremetieron contra todo lo que no fuera la izquierda progre que a ellos les protege y provee de dinero público. Lástima que no aprendan que el camino hacia la regeneración, para ellos imprescindible, pasa por seguir las huellas de la película Campeones, una cinta que por lo menos apuesta por los valores y abandona casi por completo el cutrerio vulgar tan propio de nuestro cine. Si a Campeones se agrega la grandeza, la ambición, el respeto a nuestra historia común y, sobre todo, la calidad, quizás el cine español renazca y deje de ser un pozo de frustración para la mayoría de los ciudadanos.
Francisco Rubiales