Tras ser nombrada embajadora de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en su sede de Roma, la reina de España, Doña Letizia Ortiz, pronunció un discurso en el que recordó a los 800 millones de personas que pasan hambre en el mundo.
Pero también apoyó sutilmente, o eso parece, el cultivo de los alimentos genéticamente modificados.
Así, sobre la investigación de alimentos, dijo que los científicos “deben exhibir los máximos valores de independencia y rigor como únicos pilares para el papel crucial que demanda la población mundial”.
¿Recomendación para que desechen las protestas de Greenpeace y similares contra las mutaciones genéticas de vegetales?
A las multinacionales de la alimentación y la gran industria alimentaria les pidió “acompañar a las agencias internacionales y a los gobiernos en su tarea de promover la salud pública".
Resulta que la FAO y la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomiendan los vegetales genéticamente modificados, especialmente los que proceden de las agencias de investigaciones estatales en India y Filipinas.
Lo que no dijo Doña Letizia, que asistía a la preparación de la Conferencia Internacional sobre Nutrición (CIN-2), es que en 1992, cuando se celebró la CIN-1, el planeta tenía 5.520 millones de habitantes y 1.400-1.600 millones de hambrientos, de los que morían de desnutridos anualmente 15, 3 millones.
Hoy el planeta tiene 7.376 millones de habitantes, 800 millones de hambrientos, de los que habrán muerto a finales de año 8,6 millones.
Un cuarto más de población mundial, y la mitad de hambrientos gracias a los mutantes, las mutaciones genéticas.
Y pese a las campañas de organizaciones ecologistas como Greenpeace, algunas veces loables, pero homicidas ante miles de millones de personas vivas porque alguien acelera las mutaciones naturales darwinianas.
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SALAS