No podremos hacer por otras personas, aquello que aún no hemos hecho por nosotros mismos, porque un seco manantial ¿Qué sed puede saciar? Y un estéril terreno ¿Qué frutos puede dar? Obviamente que nada, pues ¿cómo puede alguien ofrecer aquello de lo cual carece? ¿Con qué moral exigimos a los demás lo que no tenemos? Ya no hay tiempo para contemplaciones, para ver la vida pasar, para quedarnos a un lado del camino observando a otros triunfar.
Llegó la hora de detenernos en este instante y comenzar a reflexionar acerca de lo que hasta ahora ha sido la vida, ésa que Dios nos encomendó, que puso en nuestras manos porque en sus hijos confió. Comencemos una reingeniería desde el interior. Revisemos desde muy adentro aunque duela un poco el tener que hurgar, al explorar en ese lugar donde tenemos miedo de llegar, de ver lo que no queremos y llorar si hay que depurar, porque las heridas duelen mientras las tengamos que curar.
Iniciemos ese recorrido por nuestra vida personal, será como limpiar una casa para que brille hermosa y con un olor especial. Saquemos lo que no sirve, lo que estorba y ya no quiere funcionar, pintemos la vida con colores de alegría, esperanza y emoción, armonicemos todo pero hagámoslo de corazón. Busquemos esa magia que está muy dentro de cada ser, ese tesoro que está ahí, que es el verdadero hacedor de la riqueza, pues no es más rico quien más dinero tiene, sino aquel que vive en plenitud, en paz espiritual, con tranquilidad de conciencia, que puede reír, que puede amar, y con cara al viento sus pasos encaminar.
Definitivamente, el ser humano debe estar en constante transformación, permutando su vida hacia lo positivo, hacia el éxito, esforzándose por hacer una reingeniería apuntando hacia la cima, proponiéndose ser ganador y marcando siempre la diferencia, dado que las dificultades siempre se presentarán, los escollos aguardarán porque la función de ellos es obstaculizar, pero por más difícil que se presente una situación nunca debemos dejar de procurar una salida, y en este vaivén que es la vida, unas olas nos ayudan y otros nos llevan a la deriva. Todo es cuestión de buscar las oportunidades como los deslizadores en el mar, que esperan la mejor ola para poderse desplazar, como los alpinistas que luchan por su cima conquistar.
Sólo fracasamos cuando dejamos de intentarlo, cuando no creemos en las capacidades propias y cercenamos la creatividad arrojándonos inexorablemente en el lecho de la mediocridad, en el regazo de las quejas y lamentos, es decir en los brazos del no ser.
Cuando vivimos realmente, es como estar en una cuerda floja de donde, en cualquier momento, podemos caer, si no tenemos esos asideros que nos permitan sostenernos con templanza y firmeza, para soportar los fuertes vientos y tormentas. En efecto, debemos reconocer que la vida positiva amerita del aprendizaje, el carácter, la disciplina, creatividad y orden, entre otras premisas básicas para alcanzar el éxito, debido a que la vida no es más que un proyecto que día tras día debemos optimar con nuestras actitudes y si queremos saber còmo seremos mañana, sòlo basta ver lo que somos o hacemos hoy.
Por tal motivo, iniciemos ahora mismo un cambio radical. Lo que somos o hemos sido puede ser cambiado, todo es un asunto de voluntades. La transformación debe emerger desde nuestro interior, es hacer una fehaciente revisión y alinearse con los principios universales que rigen a la humanidad
Rehacer es corregir, es aprender a desaprender. No es una tarea fàcil, porque nuestro ego es muy fuerte y cuesta mucho aceptar que hay partes de nosotros que debemos cambiar y ese enfrentamiento es arduo, es un batallar. Eliminemos esos viejos paradigmas que ya en nada nos pueden ayudar, busquemos nuevos modelos que nos impulsen a triunfar, a caminar por la vida plenos de conocimientos, cualidades y valores, ya que la vida es una sola oportunidad, un pequeño intervalo que no debemos desperdiciar. Comprendamos que nadie nos hará felices, porque la felicidad está en cada uno, y cada cual la debe buscar. No hay tiempo para perder, sino tiempo para vivir, para crecer, para amar y ser amado. Todo fluye, nada es permanente, algo nos pertenece mientras lo podamos disfrutar.
En consecuencia, comencemos a reconocer nuestros errores, a caminar con pasos firmes a dejar de lado la arrogancia y la soberbia. Cultivemos la humildad.
Si cambias tus pensamientos, cambiarán tus acciones. Atrévete a triunfar
Tomado de internet - Desconozco el autor