Revista Coaching

La religión y la humildad de todo lo demás

Por Antonio J. Alonso Sampedro @AntonioJAlonso

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En mis artículos no suelo hablar de política o de religión por una cuestión de economía mental: lo que no tiene remedio no me debe preocupar. Es decir, nada se puede argumentar en torno a estos asuntos que pueda convencer a los demás. Son temas articulados por la fe impermeable a la razón, la esperanza infinita en algo mejor y la caridad que siempre viene tras el propio yo .

No obstante, un artículo publicado el pasado 27/10/2016 en el diario El País (“Las ventajas de tener muchos dioses” de Maurizio Bettini) me invita a tomar la religión como motivo para hablar de la humildad. En dicho escrito se considera a la teología o las teologías como productos culturales y esto no ofenderá a nadie pues una de las acepciones de “cultura” se refiere a… “el conjunto de saberes, creencias y pautas de conducta de un grupo social”. A partir de aquí, entre otras tesis, el autor del interesante texto defiende que la mayoritaria característica pluriteísta de la antigüedad (antes de la aparición del cristianismo) evitó las disputas religiosas pues los pueblos no entendían de apostasía, admitiendo de buen grado los dioses de los demás, añadiéndolos o cambiándolos por los suyos sin más cuestionar. Una de las razones de ello quizás sea porque creían en los conceptos divinos más que en su representación verbal y así que Zeus pasase a llamarse Júpiter a nadie incomodaba si ambos personificaban al padre de los dioses y creador de la humanidad. Además, toda inclusión que aportase protección y nuevos favores era bien recibida pues en aquel entonces… “más era más”. Luego, con Cristo y Alá todo esto cambió y a nadie se le permitió abjurar. Las guerras de religión para evangelizar pronto se convirtieron en patente de corso para conquistar reinos y buscar el enriquecimiento personal. Hoy en día todavía se mata por defender a un solo dios verdadero que, paradójicamente y en cualquiera de sus manifestaciones, siempre predica la fraternidad.

En fin, que la soberbia de lo único contrasta con la humildad de lo plural, tanto en la religión como en cualquier otra de las manifestaciones de nuestra vida con los demás. “La humildad” es la Crónica 104 de “Marathon-15%: 115 CRÓNICAS DE SUPERACIÓN PERSONAL”, en donde intento escribir sobre esto sin apocamiento ni vanidad…

Cometer el habitual pecado “pre-galileico” de considerar que el universo gira a nuestro alrededor y de ello derivar que todo lo que nos afecta debe ser lo principal, es la mejor manera de construir una vida vestida de arrogancia cuyo devenir es seguro que a nadie interesará. De las personas nos agrada más lo que podamos descubrir y no lo que nos quieran contar, que siempre suele estar más cerca de la presunción que de la sencilla realidad. Las personas humildes dejan que sus pasos definan su caminar a diferencia de los soberbios, quienes presumen de estar antes de llegar.

Pero la humildad sabemos no tiene un sistema de medición general que marque por abajo cuando se convierte en apocamiento y por arriba en vanidad. Por ello es tan importante elegir bien la escala que nos ubica en nuestra relación con los demás…  

Saludos de Antonio J. Alonso Sampedro


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