Revista Comunicación

La rendición incondicional de los borregos

Publicado el 18 enero 2011 por Jackdaniels

Hoy no ando sobrado de ganas de escribir. Sin embargo hay una pregunta que me lleva dando vueltas la cabeza todo el día. Sobre todo desde que leí esto.

Hay días en que la actualidad te sobrepasa, tus sentidos se bloquean como una puerta atorada y una especie de mecanismo de defensa se activa y te aísla del exterior, como si de un blindaje se tratase. Hoy me pareció que la realidad no mereció ser escrita, sin más.

Todavía no hemos iniciado oficialmente la campaña electoral de las elecciones municipales y autonómicas y los mensajes con que nos bombardean los medios ya son desde antes de ayer cansinos y repetitivos, como el tic tac de un viejo reloj rezongón que se niega a expirar.

Y, cómo no, por si se te ocurre pensar, están las armas de disuasión masiva de siempre, listas para ser disparadas desde los cañones infalibles de los medios. Esta vez toca que si la crispación política provoca violencia o no y el cruce de acusaciones de rigor entre unos y otros. Como si fuéramos tan estúpidos como para no discernir que la crispación política, como otros gloriosos integrantes del atrezo de esta comedia sin final escrito, lo único que es capaz de provocar es una ciudadanía desencantada y cada vez con menos aspiraciones y menos ganas de luchar. La rendición incondicional de los borregos.

Y todo porque a unos cuantos desalmados no se les pudo ocurrir otra cosa que propinar un soberano varapalo a un político, uno de los impecables actores de la Divina Comedia con la que nos castigan a diario. O porque a un pirado del todo le dio por emprenderla a tiros con los asistentes a un acto público en Arizona. Ahora la preocupación es la violencia a la que puede conducir un volumen excesivamente alto en la pugna política. La estulticia y la idiotez que ello provoca cuando la realidad te demuestra que esa política es secundaria e irrelevante en la toma de decisiones que mueven el mundo no. Eso, si toma una tendencia imparable a convertirse en consuetudinaria, mejor. O la impotencia.

Y la pregunta que me ronda es si hay mayor violencia para los políticos que no les votemos y les deslegitimemos a todos públicamente, de manera que quienes salgan elegidos no representen ni a la mitad de la mitad de la sociedad. Ni si quiera a la sombra de la sociedad. Supongo que tendrían que irse, aunque fuera por dignidad. Y algo tendríamos que hacer a la fuerza. Porque si de algo estoy harto es de dar legitimidad a tanto teatro.

Y en ésas estoy, mareando a la pregunta con los regates de la ficción por si soy capaz de encontrar alguna respuesta.


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