Desde el 2006, el Gobierno de Evo Morales ha realizado una veintena de nacionalizaciones. ¿Cómo le ha ido desde entonces las cosas a Bolivia?
BOLIVIA.-La última expropiación forzosa realizada por el Gobierno boliviano ha generado las críticas del gobierno de España tras la expropiación de la empresa que administra los tres aeropuertos más grandes del país: Servicios de Aeropuertos Bolivianos SA (Sabsa), filial de las españolas Abertis y Aena . Se trata de la sexta compañía de capitales españoles que Bolivia expropia en menos de un año y el Gobierno español amenazó con “replantear el conjunto de las relaciones bilaterales” como consecuencia de lo que consideró una violación. La situación no es para menos, puesto que España es el país que más se ha visto afectado por la política de “nacionalización” que implementó el presidente Morales el primero de mayo de 2006, pocos meses después de asumir su primer gobierno. Morales también ha ordenado expropiación de empresas de Francia, Suiza, Italia, Alemania, Reino Unido y Canadá. También Brasil, Perú y México perdieron compañías a manos del Estado boliviano. Las empresas que se han visto afectadas pertenecen a sectores estratégicos, como hidrocarburos, telecomunicaciones, cemento, minería e hidroeléctrica. El presidente de Bolivia se excusa en muchas ocasiones (como en el caso de Sabsa) en que muchas empresas extranjeras obtienen enormes beneficios en el país pero invierten poco. Estas expropiaciones tienen sus consecuencias más allá de los efectos diplomáticos. Por una parte, la nacionalización no le saldrá gratuita al país. Un reciente informe estima en más de US$1.100 millones en indemnizaciones a las empresas afectadas. Podemos creer entonces que el dinero que se invierte en pagarle a estas empresas le resta recursos al Estado que podría invertir en el sector social. Por otra parte, la política de nacionalización también tiene un impacto muy negativo en las pretensiones privadas de invertir en Bolivia, algo que no es moco de pavo, teniendo en cuenta que más de la mitad de la inversión privada proviene del exterior. No obstante, la consecuencias económicas y sociales a medio o largo plazo, parece no afectar a la popularidad del mandatario boliviano, quien en 2009 fue reelecto por un arrasador 62% de los votos. Muchos celebran que los recursos de Bolivia vuelvan a estar en manos bolivianas y creen que el país tiene capacidad de administrar su propia riqueza. Pero no todo el mundo lo tiene tan claro. Los niveles de corrupción en las empresas nacionalizadas es palpable, de modo que más allá de una revisión en cuanto a la capacidad de gestión, habría que determinar los niveles de corrupción en el plan de Morales. Muchos se cuestionan si esta política no responde más a pretensiones por satisfacer pedidos dentro del organigrama de la política interna frente a las verdaderas necesidades sociales.
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