![La résistance La résistance](https://m1.paperblog.com/i/874/8748904/resistance-L-sXc2PX.jpeg)
Creo que no existe ahora mismo mejor representación de mi resistencia a envejecer que los cuatro pelos que tengo en lo alto de la cabeza. No por su número, demasiado bajo, sino por su actitud.
Cuando paso la afeitadora, los cabritos, a los que casi podría llamar por su nombre de lo escasos y familiares, se apartan, la esquivan, resisten. Tras una, dos, tres mil pasadas, ahí siguen: tiesos y mucho más largos de lo que merecen (¿eso que oigo son risas?). Cambio el nivel de la hoja, la dirección del corte, me ayudo con un peine, pero continúan ocupando un espacio orgullosamente irrisorio.
Se niegan a aceptar que hay que cortar, que su estilo es absurdo, que el esfuerzo extra al que me obligan es innecesario y ofensivo. Niegan la distancia que (ahora) los separa. Distancia que se ha ido haciendo enorme poco a poco, con todo el tiempo del mundo para reconocerla (¿y evitarla?), pero que han malgastado en disimulos.
El resultado es que, siempre y en contra de mi voluntad, tengo que acercarme al espejo, tijeras en mano, y repasarlos uno por uno, con especial atención a los más rebeldes, los conspicuos, los llamativos, los que, obviamente, menos ganas tienen de asumir lo que toca. Y los corto. Como a todos los demás. Pero los corto obligado a mirarme a la cara, a tomarme mi tiempo, a intimar con el espejo, que nunca ha terminado de caerme bien.
Esos cuatro pelos tiesos y rebeldes, esos, me van a quitar dan la vida.
![La résistance La résistance](https://m1.paperblog.com/i/874/8748904/resistance-L-pVHx0k.jpeg)