En los últimos meses estoy todo el día de un lado para otro, cogiendo el coche casi a diario, haciendo un millón de cosas, siempre deprisa... Motivos más que suficientes para estar cansada cuando llega la noche, sobre todo si tengo en cuenta que mi hijo sigue igual de intenso, exigente y demandante que siempre.
Pero creo que el verdadero cansancio no viene tanto por el tute físico diario sino por el peso de la responsabilidad que conlleva estar sola con él todo el día. Mi marido dice que él en ese aspecto está relajado, el tiempo que pasa trabajando es un tiempo en el que confía plenamente en mi para todo, me cede su cuota de responsabilidad con gusto y no se preocupa más. El día a día con el niño no le pesa porque, para desgracia de todos, no lo vive intensamente.
A veces voy en el coche (donde el niño va súper tranquilo y calladito y puedo reflexionar y escuchar mis propios pensamientos) y pienso que jamás he tenido una responsabilidad tan grande. Todo lo que le pasa, pequeño o grande, es responsabilidad mía. Si se pone malo, llevarlo al médico. Si tenemos que ir a una especialista, buscarlo, pedir cita, llevarle. Si se pone muy malo, correr a urgencias. Si se hace un chichón, si sale corriendo sin mirar atrás. Buscar la ropa todas las mañanas, pensar en qué darle de comer sin repetir, sacarle a dar uno o dos paseos diarios, darle un millón doscientos mil besos, calmar sus rabietas. Si no come, si no caga o caga mucho, si no duerme la siesta, si es feliz, si llora, la única encargada soy yo. Me siento responsable de su bienestar, de que aprenda cosas, que enseñarle a ser una persona de bien, de fomentar su autoestima. Lo que se suele decir: madre, enfermera, profesora, masajista, psicóloga...
Luego llega el fin de semana y compartimos en teoría a medias, estupendo, pero ahí tampoco me siento relevada del cargo. Siempre estoy al tanto y las decisiones relevantes las sigo tomando yo.
Un millón de cosas. Y aunque me encanta y me siento tremendamente afortunada por tener esta vivencia, lo cierto es que psicológicamente me agota, ¡siento que pesa!.
El domingo por la mañana y esta tarde mi marido se lo llevó media horita al parque sin mi por primera vez en todos estos meses. Ahí ha sido cuando he dado con esa descripción: la responsabilidad pesa. Porque, literalmente, cuando mi marido se ha llevado al niño, asumiendo el 100% de la responsabilidad, me he sentido más ligera.