Por Toby Valderrama y Antonio Aponte
Los oligarcas cifran sus planes en la respuesta anárquica de las masas, en lo que ellos llaman un estallido social, en un motín, una explosión sin significado político, sólo un arranque de rabia, la sumatoria de acciones personalistas… saqueos, caos. La Revolución, por su parte, debe dar a la ofensiva oligarca una respuesta organizada, consciente, disciplinada. Esta es la expresión de la confrontación.Si la masa actúa de manera anárquica, espontánea, sin rumbo, sin objetivos, sin dirección, entonces la oligarquía tendrá terreno fértil para sus planes, podrá controlar la energía social, se alimentará del caos, éste justificará cualquier atropello, la sociedad, espantada, los acompañará a poner orden.
El Gobierno Revolucionario, la dirección política, el Partido, el Gran Polo, tienen la responsabilidad de dirigir a la masa, de darle orientación política y objetivos, disciplinarla, sólo de esta manera se podrá conducir la energía social hacia objetivos revolucionarios, impedir que el huracán arrase con las posibilidades revolucionarias. Renunciar a dirigir, dejar todo en manos del llamado “pueblo”, es una actitud suicida, una renuncia a existir, a ser dirección. ¡La función de la dirección es dirigir! y debe hacerlo sin ambigüedades, sin vacilaciones.
Caer en actitudes anarcoides, proponer que la respuesta a la agresión oligarca sea espontánea, decretar tomas de fábricas y “pueblo a la calle”, a la libre, es entregarlo inerme a la oligarquía.Durante muchos años el pueblo parió esta dirección que hoy tenemos, lo menos que se espera de ella es que dirija. Puede que se equivoque, puede que acierte, pero el peor error será renunciar a dirigir, en nombre de teorías anarcoides que sólo sirven para justificar los espejismos trasnochados de pequeños burgueses, nunca para dirigir una acción revolucionaria.
La masa sin dirección es incapaz de producir estrategia, ni acciones que alimenten a un objetivo a largo plazo, en esas condiciones la táctica subordina a la estrategia. Por una acción local, personalista, egoísta, el saqueo, por ejemplo, se lesiona al gobierno, lo debilita. De esta manera se pierde la energía popular para lograr objetivos que impulsen a la Revolución. El caos impulsa el pacto de “ancha base”, y el vacio de dirección, la restauración.
Entonces ¿Qué hacer?
La dirección debe estar bien definida, el pueblo debe conocer quién acompaña en la dirección al Presidente Maduro, quién lo representa en cada estado, en cada municipio, en cada comuna, consejo. El partido, su dirección, su organización, debe activarse, convertirse en canales de comunicación más efectivos que el twitter, en una organización capaz de ganar elecciones, y también de dirigir a la masa en otras circunstancias, hacerla capaz de avanzar y de replegarse dependiendo de los sucesos.
En la hora de la confrontación, que ya la oligarquía anuncia, la masa debe tener claras las líneas maestras de su comportamiento. Estas serían algunas:
1.- Apoyo al Presidente Maduro: ¡Con Maduro todo, sin Maduro nada!
2.- Apoyo al Socialismo, horror al capitalismo.
3.- Condena a las acciones grupales o individuales, absoluta disciplina, lealtad a los organismos de dirección.
4.- Proteger los canales de comunicación.
5.- Si se pierden los canales de comunicación con la Dirección, en ese caso las unidades locales deben actuar con criterio nacional, con la visión de que “Patria es Humanidad”, y siempre alerta frente al peligro de transformar lo local en objetivo, de confinarse a los entornos de la apariencia, esa actitud corre alto peligro de ser reaccionaria.