La imagen de hoy recoge los alumnos de una autoescuela neoyorquina allá por los años cincuenta, al frente de unos simuladores que uno no tuvo ocasión de conocer en este nuestro país. Viene a cuento de la intención, por parte de la Directora General de Tráfico, de imponer una reválida a los conductores con más de veinte años de carnet, en base a que las estadísticas aputan un remonte de la siniestralidad con víctimas por encima de los cuarenta y cuatro años de edad.
Las matemáticas son precisas, pero entiendo que pueden influir otros fctores en este repunte: Muchas personas de tal edad pueden sentirse estresadas por una situación económica cada vez más acuciante, y eso determina cierta merma de atención al volante lo que se traduce en mayor número de accidentes; por otro lado tambien ignoramos cuantos vehículos de gran potencia se venden a quienes, llegada esta edad, disponen de los medios económicos para adquirilos, y por consiguiente, constituyen un riesgo superior de accidentes dadas las prestaciones del automóvil.
Una ojeada a la historia permite recordar que la velocidad máxima permitida en tiempos franquistas, cuando el famoso Seat 127 era el rey de la carretera en la que convivía aún con el “600″, el “850″ o el “4L”, era de ciento cuarenta kilómetros por hora, han leído bien, ciento cuarenta, con vehículos cuya frenada era más de un treinta por ciento superior, superior en longitud quiero decir, a la de cualquiera de los automóviles actuales. Y los aumentos en el número de fallecidos por accidente de tráfico, resultaron constantes, pese a la modificación en las normales establecidas entonces; solo actualmente, mediante la imposición de sanciones importantes a los excesos de velocidad, consumo de alcohol y otras infracciones, se ha consegudio reducir significativamente el número de fallecidos en las carreteras españolas.
En definitiva, que suen un poco a lata la medida propuesta por la Directora, tal parece que se trata de gravar con más impuestos, o de modo indirecto, la maltrecha economía de los sufridos conductores, o bien que en el fondo subyazca una intención de reducir las importaciones de petróleo no permitiendo a algunos españoles mover su coche del garaje. Porque tengan por seguro que todo este desvelo por nuestra seguridad, se lo agraderemos a los políticos de turno, pero no va a ser gratis. ¿Tendrá algo que ver ese descenso del treinta por ciento en los alumnos de las autoescuelas?. Uno nunca quiere pensar más, pero esta reválida suena más a afán recaudatorio que a medida de seguridad necesaria e imprecindible para mejorar unas estadísticas que finalmente son bastante esperanzadoras.