LA REVOLUCIÓN DE LAS MUJERES
Las mujeres eran fundamentalmente esposas y madres,
algo así como el templo de la raza…
Es importante recordar esa realidad pues pesará como una losa, como en oros diversos temas, en la ideología y en la práctica política de los partidos de la derecha española tras la muerte del dictador.
Es decir, no han podido desprenderse del todo de la pesada herencia franquista y más con una Transición que en realidad dirigieron ellos.
‘C’ de España’, página 244.
Es importante en todos los análisis, determinar el aspecto principal, que no es lo único, sino lo dominante, y definir lo secundario, caracterizarlo para diferenciarlo claramente, ello permitiría guiar mejor nuestro ideario de activismo, nuestra estrategia y actuación política. Pero siempre, si pretendemos comparar, es importante aportar datos, cifras, hechos, además de opiniones, sigan leyendo y comparen pasado y presente, comprobarán que la pesada losa fue retirada y que del pasado templo de la raza y de la pesada herencia franquista se hizo añicos. ¿Transición dirigida por ellos, los franquistas? ¿Acaso pretenden afirmar que la lucha de las mujeres fue dirigida por los franquistas? Fue contra ellos, y ganaron.
O esto que vivimos, es franquismo, o no lo es, la indefinición lleva a muchos errores de bulto en cada capítulo, si se afirma que durante el franquismo ‘Las mujeres eran fundamentalmente esposas y madres, algo así como el templo de la raza… y se constata que hoy las mujeres españolas disfrutan de una sexualidad libre de maridos e hijos, si comprobamos que las españolas hoy son grandes deportistas a nivel mundial, si vemos que hoy están entre los primeros eslabones de la revolución feminista global, si disfrutamos de su alto nivel de estudios y ocupación universitaria, de sus capacidades profesionales en muchos y variados ámbitos, de su nivel de intervención política ocupando buen número de puestos en el Congreso y en el Gobierno, ocupando lugares de poder en el ejército, el CNI, en el sistema productivo… en definitiva si se dice que en el pasado eran una cosa y se demuestra que en el presente son otra muy distinta, habrá que colegir que muchas personas se han equivocado al tratar de hacer pasar esta democracia como un anexo del franquismo. O tienen un lio de tres pares de narices en la definición y conceptualización de las sociedades. Lo cual no es óbice para aceptar que existen grandes desigualdades e injusticias, que requerirán enormes esfuerzos de mejora. Pero por favor, no comparen, esto, no es aquello.
En demasiadas ocasiones los árboles no dejan ver el bosque, los hechos diarios, muchas veces terribles, no permiten ver más allá, nos enredamos en un aspecto del cortísimo plazo y perdemos de vista el conjunto, dejamos de apreciar la perspectiva histórica. El hecho de saber de dónde venimos es importante, nada mejor que compararnos con el resto del mundo y nuestro pasado para saber dónde estamos, comprobar si avanzamos o retrocedemos a medio y largo plazo es un buen ejercicio a realizar más a menudo de lo que hacemos. Otra mirada sobre España, sobre nuestras vidas, sobre nuestra realidad democrática, es posible y necesaria, dirigiendo nuestra mirada a lo lejos, hacia el conjunto, podremos observar otros aspectos del mundo real, que no niegan los oscuros que vivimos día a día, pero enriquecen la realidad que nos rodea, nos aportan mayor conocimiento sobre nuestra sociedad, lo cual es muy positivo y recomendable para nuestras vidas.
En el franquismo de los años 40 y 50, las mujeres vinculadas a los perdedores, esposas, hermanas y madres, además de fusilamientos, la represión y torturas, el hambre, miseria y enfermedades, sufrieron particularidades represivas por ser mujeres, palizas, robo de hijos, -cuántos ¿40.000?- humillaciones públicas, perseguidas y violentadas habitualmente, si querían ir a la cárcel a visitar a su marido o padre, sufrían agresiones sexuales como pago de visado, muchas veces las sufrían simplemente por vivir, trabajar o comer. Un buen amigo que vivió en una de las colonias de pobres en Madrid, me contaba que estaba vigilada, controlada por unos fascistas ganadores, individuos que controlaban las entradas y salidas de aquellas casuchas y el encaje laboral de aquellas personas. Este amigo contaba que presenció en su infancia, como el personaje controlador tomaba a una esposa o hija y la metía en una de aquellas casuchas/chabolas para violarla antes de concederla permiso para ir a Carabanchel, o con la amenaza de no dar un parte, chivatazo sobre algún familiar.
El franquismo prohibió el matrimonio civil, la contracepción, el divorcio, y restableció el Código Civil napoleónico, de 1889, que, entre otras cosas, sostenía que: ‘’ la mujer casada no puede trabajar sin consentimiento del marido, ni abrir una cuenta bancaria, ni disponer de los ingresos de su trabajo, ni comprar bienes, ni suscribir contratos, ni administrar sus bienes, se designa al marido administrador único de los bienes del matrimonio, ni puede sacar pasaporte, ni ser tutora, ni comparecer en juicio, ni puede ser cabeza de familia, ni puede aceptar herencias, ni solicitar partición de bienes’’... Si estaban casadas no podían inscribirse como paradas en las oficinas de colocación, se llegó a prohibir el empleo femenino de las casadas en 1942, y se instauró el despido obligatorio de solteras cuando se casaran, ocurriendo todavía en los años sesenta.
Durante el franquismo las mujeres quedarán recluidas en el hogar bajo la tutela del padre hasta los 25 años cuando ganaban la mayoría de edad, salvo anterior matrimonio, quedando entonces sometidas al marido, -la mayoría de edad masculina era a los 21 años, las mujeres se equipararán a los hombres en 1972-. Había que aguantar toda la vida al marido, se prohibió el divorcio. No podían firmar contratos, abrir cuentas, elegir profesión, ni disponer de sus propios bienes… sin autorización masculina. El Código civil equiparaba a las mujeres con locos y dementes… Existían duras penas por aborto, incluida la cárcel, además del peligro de morir por estar prohibido y ser practicado clandestinamente en condiciones harto penosas, y tener un hijo fuera de la institución familiar costaba repudio y marginación por vecinos, y las instituciones del régimen, los padres podían dar en adopción a sus hijos sin consentimiento materno hasta ese año de 1970. La sexualidad femenina era bloqueada, perseguida, y vinculada a parir hijos. Las agresiones a las mujeres se producían constantemente, sin rastros de su existencia, los hechos quedaban en las tinieblas. Imposible denunciarlos sin exponerse a mayores penalidades.
El adulterio femenino estaba extremadamente perseguido y penado, mientras para el hombre no había penas por adulterio, solo en caso de amancebamiento, las penas para el adulterio femenino eran durísimas, permitiendo en la práctica que padres y maridos pudieran matarlas sin ser castigados penalmente para lo cual se llegó a configurar una particular figura penal franquista, el uxoricidio, la muerte de la esposa a manos del marido, que, si era sorprendida en adulterio, no era penado matarla, como tampoco si era la hija menor de 23 años. Esta brutalidad no se cambió hasta comienzos de los años sesenta, veinte años después de la derrota.
A las mujeres no se las permitía estudiar, los datos así lo prueban, como también los discursos que justificaban el diferente destino de mujeres y hombres, la obligatoriedad de escolarización sin discriminación por sexo, se fija en la Ley General de Educación de 1970, treinta años después de ganar la guerra y romper aquel avance de la República. Las mujeres no podían abrir cuentas corrientes, ni firmar contratos, ni abrir empresas… necesitaban autorización de los maridos para hacer muchas cosas. En el franquismo no era habitual ver mujeres solas por los bares, cafeterías, restaurantes, cines, conciertos, exposiciones, conferencias… no veías pasear grupos de mujeres por los pueblos y ciudades pequeñas
En otros momentos volveremos al asunto del franquismo, transición y democracia, aquí y ahora interesaba resaltar la importancia de la lucha de las mujeres -movimiento feminista y conjunto del movimiento LGTBI- componente esencial de las transformaciones efectuadas en la sociedad española, de los que algunos verán aquí publicados, y en cuya consecución, muy poco tuvieron que ver esos franquistas adictos al Movimiento que algunos identifican como los que impusieron la transición. Es muy insensato decir que fueron esos franquistas adictos al Movimiento quienes cambiaron las condiciones de vida relatadas anteriormente, es un error político descomunal hacerlo, además de una mentira aberrante, implica asimilar dos modelos de sociedad muy diferentes embelleciendo al franquismo.
En España hoy estamos lejos del siglo XIX y del franquismo. Salvo que se demuestre que en la España democrática suceden hechos como los relatados anteriormente. La democracia está bastante distanciada de aquella historia pasada en muchos aspectos, pero destaca uno en el que las diferencias son abismales. La revolución de las mujeres ha roto con el pasado en múltiples cuestiones que afectan a toda la sociedad española, incorporando millones de personas al conjunto de la vida social en cualquiera de sus manifestaciones, sea en la calle, en la cultura, el deporte, en el mundo laboral, en la política, La capacidad de influir de las mujeres en todas las decisiones de la vida, es extremadamente diferente respecto al pasado franquista y más allá. Sin perjuicio de lo mucho que queda por corregir, para saber dónde estamos estaría bien, de vez en cuando, reconocer lo conseguido. Quien pretenda hacernos creer que esta sociedad democrática del siglo XXI se aproxima al pasado franquista, tiene un mal sueño, está fuera de la realidad y debería empezar a considerar la revolución efectuada en España por ‘la mitad del cielo’.
Manuel Herranz Montero. 2020. Procede del apartado 3 del trabajo general sobre:
CALIDAD DE LA DEMOCRACIA ESPAÑOLA (II)
1.- Desigualdades en España
2.- 80 años de Enseñanza
3.- La revolución de la mujer española
4.- Bienestar y Sistema de Salud
5.- Esperanza de vida; Dependencia; Pensiones