Hay una piedad quieta en el asiento
destinado a servir de soporte
(aunque a veces el hastío cambie de prisa
los lugares comunes).
Frente al padre quién no sufre
esa arrogancia de sitial instalado
en la postura ventajosa.
Junto a la madre
se está seguro, ese lugar es resguardo
de pesadas cargas:
malos tratos
funestas cercanías
(pero aun allí se añora el espacio de algún amor
que no tuvo límites donde lograr su afincamiento).
Muy cerca del hermano,
que busca a ciegas un lugar en el regazo,
se abrirá la piedad.
Y finalmente,
por qué no todos los lugares cambiados,
para distraer:
la limpieza general
las ubicaciones
los desvencijados tronos
los bajos fundamentos.
Gunnar Smoliansky