Que no teman quienes no hayan terminado todavía la serie porque aquí no hay intención de desvelar nada relevante —al menos, nada más que lo que se puede leer en cualquier sinopsis o crítica—. Sin embargo, uno de los atracos más importantes jamás llevado a la pantalla se origina y vive por y para la política.
El plan es sencillo en teoría: entrar en la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre, atrincherarse el máximo tiempo posible y, durante esos días, imprimir moneda en billetes pequeños para luego escapar con todo ese dinero —cientos o miles de millones de euros, en el mejor caso—. La novedad del golpe no es el hecho de robar, sino a quién se roba, porque la respuesta es que a nadie. Esto es posible gracias a trampear el propio funcionamiento del sistema monetario: al tener los bancos centrales —y, por extensión, el Estado— el monopolio de la emisión y regulación de la moneda, incluyendo la cantidad de esta que hay en el mercado, cualquier intento de reproducción de esa moneda por un particular es un delito de falsificación.
Pero ¿qué ocurre cuando son particulares —en este caso, la banda atracadora— quienes imprimen moneda de curso legal? Más allá del obvio delito, lo cierto e...
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Nombre de usuario Contraseña Recordar cuenta Recordar contraseñaLa revolución política tras <em>La casa de papel</em> fue publicado en El Orden Mundial - EOM.