La participación de los rusos en la Primera Guerra Mundial fue un verdadero desastre. Las principales batallas fueron las de Tannenberg y los Lagos Mausurianos. En ambas, las fuerzas zaristas, a pesar de su entusiasmo, demostraron ser verdaderamente mediocres en el combate. Los alemanes no tenían comparación en este aspecto e hicieron prisioneros a millares de rusos. El régimen de los zares, débil ya desde la segunda mitad del siglo XIX, ahora tambaleaba seriamente. Pero el zar Nicolás II no tenía solamente la guerra como su mayor problema.
Ni él ni sus antecesores habían podido resolver asuntos tan graves como el de los comunistas, el desempleo, la enorme cantidad de pobres en el país más grande del mundo, la insignificante industria, el terrorismo, la corrupción de estado y muchos otros problemas fáciles de imaginar en tal contexto.
Para colmo la corte del zar estaba rodeada de tipejos como Rasputín que influenció primero en la zarina y luego en el propio Nicolás; al parecer el motivo de tal amistad fueron los supuestos dotes de magia que pudieron curar al hijo de la pareja imperial que padecía la enfermedad de hemofilia.
Ahora bien, esto por el lado del Zar y su familia. Por otra parte, hemos mencionado ya que Rusia se había visto infestada de movimientos socialistas desde hacía bastante tiempo. Ya en el año 1905 un personaje numerosas veces expulsado, considerado indeseable y hasta desterrado en Siberia, con el seudónimo de Lenin había estado reuniendo adeptos, lo cual todo terminó en la primera revolución rusa, precisamente la de 1905. Se frustró el intento pero no se le acabó de raíz. De hecho, Nicolás ya ni tenía fuerzas para eso. Por ahí se convocó a una Duma, algo así como un parlamento, que sobrevivió hasta 1917. En plena guerra mundial, con la paulatina destrucción de los ejércitos zaristas, y sin Lenin presente, se da comienzo a la segunda Revolución Rusa, y la definitiva por cierto, que llevarían al país a convertirse en el primero de tipo socialista.
Revolución Rusa: febrero
Iniciada en Petrogrado, actual San Petersburgo y también conocida como Leningrado, el pueblo ruso sencillamente dijo basta. No era para menos. Casi todos los recursos del estado, incluido la comida, se dirigían a las mediocres tropas, las que por cierto ya ni siquiera confiaban en el mismo Nicolás. De pronto, sin tener un plan organizado, el 3 de marzo, según el calendario gregoriano (y 18 de febrero según el juliano), miles de rusos salieron a protestar.
De pronto, poco a poco, más y más grupos o gente ordinaria empezó a seguir a los manifestantes, primero tímidamente, para luego transformarse en una gigantesca muchedumbre. Mujeres, obreros, trabajadores y hasta gente ordinaria dejaron sus puestos de trabajo, hogares, calles, parques, restaurantes y súbitamente ya se tenía una gran masa. Las autoridades enviaron inmediatamente a los soldados, pero estos se unieron al levantamiento traicionando al zar. A pesar de que hubo algunos muertos, Nicolás no quiso saber más…y el 2 de marzo del calendario gregoriano, renuncia a todo y abdica.
El duque Miguel rechaza ser su sucesor, y se nombra un gobierno provisional dirigido por el príncipe Lvov en un principio y no mucho después por el burgués Kerensky. Ahora bien, Lenin, como dijimos, no se hallaba en Rusia, sino que estaba exiliado en Suiza, desde donde se enteró de todo lo sucedió. Sin perder tiempo empezó a organizar su retorno mientras sus camaradas bolcheviques ya intentaban preparar el terreno para la revolución presionando al gobierno de Kerensky, tildándolo de burgués. Los mencheviques, separados de Lenin desde 1903, también presionaban al gobierno el cual, paulatinamente iría incorporando todas las facciones políticas de la Rusia de entonces a la Duma lo que desembocó en un caos por supuesto.
Lenin mientras tanto, ya se encontraba viajando en un ferrocarril con ayuda de los enemigos alemanes hasta Rusia. Al llegar fue recibido calurosamente y sin perder tiempo publica sus llamadas Tesis de Abril, en las cuales sugería medidas inmediatas; como por ejemplo, el inmediato abandono de la guerra, la disolución del gobierno provisional, la toma del poder por los soviets para dar inicio a la dictadura del proletariado y de los campesinos, entre otros puntos. Rusia sobrevivió a grandes turbulencias durante el resto de abril, mayo, junio y julio. En este último mes se exigió que todo el poder pase a los soviets, es decir a las asambleas comunistas de cada pueblo ruso, las cuales por cierto se habían incrementado en cuanto a adherentes en un número; algo bastante preocupante para Kerensky y otros adversarios políticos. En agosto por allí el gobierno tuvo que enfrentar un intento de golpe de estado liderado por el general Kornilov, pero lo peor aún estaba por venir.
Revolución Rusa: octubre
Durante los numerosos meses que Lenin estuvo posteriores a febrero de 1917, pudo actualizarse de todos los acontecimientos que habían en su alrededor. Con la ayuda de Trotsky, pudo hacerse conocido, exponer sus tesis y conseguir gran apoyo. En vista de que sus planes estaban saliendo como esperaban, pues el gobierno provisional no daba para más y se caía a pedazos; sumado a que en todo el país los soviets ahora era tremendamente fuertes y con una gran cantidad de miembros, Lenin y Trotsky deciden dar el golpe decisivo el 25 de octubre según el calendario juliano y el 7 de noviembre según el gregoriano.
El escenario fue el mismo, Petrogrado. Esta vez, por fortuna ni siquiera hubo que lamentar un par de heridos, pues las instituciones del gobierno se rindieron sin resistencia, incluido el Palacio de Invierno protegido por mujeres, cadetes fieles antes al zar y ahora a Kerensky así como varios cosacos. Curioso es que los fondos destinados de Alemania así como la ayuda logística hayan servido para hacer triunfar la revolución bolchevique, teniendo en cuenta que un par de décadas más tarde, ambos países se desangrarían a más no poder en la guerra nazi-soviética, por algo en lo que germanos y rusos trabajaron juntos en construir.
Kerensky fue reemplazado inmediatamente por el poder a los soviets; todos los organismos del gobierno burgués también fueron disueltos y reemplazados por uno de corte bolchevique. Así empezó la dictadura del proletariado y de los comunistas la cual se mantuvo hasta la disolución de la URSS a inicios de los noventa.
Pero vayamos por partes. La Revolución parecía aparentemente acabada. No obstante, Lenin y Trotsky, si bien no pugnaban, no se ponían de acuerdo con respecto a qué hacer primero, si llevar a cabo la Revolución permanente”, como este último sugería, o más bien reorganizar Rusia y atender los asuntos de estado antes de pensar en el resto del mundo. Pronto encontraron que hacer primero: liquidar a sus enemigos.
Los enemigos de los bolcheviques y la Guerra Civil
Algunos disidentes dentro del partido bolchevique, mencheviques, anarquistas y otras tendencias se opusieron a Lenin y sus seguidores. Por otra parte, los capitalistas occidentales con grandes intereses en Rusia no vieron para nada bien las medidas tomadas por Lenin, medidas que fueron inmediatas en teoría pero que en la práctica tardarían un tanto por ser de difícil proceso, o porque necesitaban una mejor revisión, veamos: se repartió la tierra entre los campesinos, eliminando a los grandes terratenientes; se retiró a Rusia de la guerra oficialmente, cediéndole territorio a los alemanes; se eliminó la propiedad privada y se concedía el derecho a la tierra a todos aquellos que quisiesen trabajarla prohibiendo su venta, compra o alquiler; finalmente se hizo oficial el gobierno obrero y campesino. Los guardias rojos, lo más cercano a un ejército profesional, que tenía mucho de improvisado, ahora debía hacer frente a las fuerzas contrarrevolucionarias que se le venían encima, tanto de dentro como de fuera.
Así entonces, las medidas del tratado con los alemanes, llamado Brest-Litovsk, generó la discordia con social demócratas y mencheviques; mientras que los occidentales capitalistas como Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia se unieron a Japón para apoyar a las fuerzas pro-zaristas y democráticas que lucharían contra los bolcheviques, llamándose el Ejército Blanco. Además existía también el Ejército Verde donde estaban los nacionalistas, los alemanes, austro-húngaros, ucranianos entre otros. Guerreaban contra los blancos y también contra los comunistas. Fueron cuatro años de matanzas que directa o indirectamente por las desgracias que ocasionó, llegando a generar millones de muertes. Sumada a la hambruna y la destrucción de campos, fábricas y ciudades, Rusia se convirtió en un país de desolación.
Es más, los bolcheviques tomaron medidas verdaderamente difíciles de aceptar, tales como la venta obligada de campos de parte de los campesinos al estado, a precios muy bajos, con el fin de poder sustentar la guerra. Cuando en 1921 acabó la guerra, Rusia parecía un país destruido y partido por la mitad. Los bolcheviques triunfaron a pesar de las millonarias pérdidas humanas y monetarias. La economía estaba paralizada, el pueblo pasaba hambre y frío. Así entonces se planteó la NEP, o Nueva Política Económica, la cual intentó reconstruir la industria, restablecer el comercio, modernizar la agricultura y activarla, y generar la fabricación de bienes esenciales como herramientas, textiles y otros, pues en el extranjero Rusia tenía todos sus intereses congelados. Estaba sola en el mundo.
Las autoridades sobrevivientes como Lenin y Trotsky empezaron la difícil organización, la cual tardaría mucho tiempo, por supuesto. Así entonces se convocó a un congreso ruso que aprobó un sistema político federal respetando las diferentes nacionalidades e igualdad entre los pueblos, así como la autonomía que tanto solicitaban, aunque siempre supeditados al soviet principal de Petrogrado o al de Moscú. En 1922 Rusia pasó a llamarse Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas con el partido comunista controlando todo.
En los años sucesivos, para su fortuna, sería paulatinamente reconocida por las potencias extranjeras, reactivando las relaciones diplomáticas y hasta económicas. Sin embargo la NEP no hacía efecto rápido y la desocupación, pobreza, hambre y miseria, pronto generó gran incertidumbre y pérdida de fe por el ideal comunista. Entonces sucedió lo impensable, Lenin murió en 1924 y lo sucedió Stalin, otro cercano a él, quién se encargó de deshacerse de Trotsky al poco tiempo. Así se considera finalizada la Revolución Rusa del 17 y empezó la era Estaliniana.
Escrito por: Joaquín Toledo, especialista en historia del mundo, historia antigua y con amplia experiencia en investigaciones sobre conflictos bélicos.