Revista América Latina

La ridiculez de los carteles.

Publicado el 13 febrero 2013 por Jmartoranoster

MARIADELA LINARES

Si tuviese la responsabilidad de las transmisiones televisivas de las sesiones parlamentarias, no me pondría a jugar al escondite con Borges y sus carteles. Él no hace otra cosa que cazar a la cámara que lo poncha. En eso se pasa el tiempo. Bien hizo el presidente de la AN esta semana cuando solicitó que tomaran al señor con sus pancarticas. Esa es la seriedad de la política que hace la mayoría de los diputados de la oposición. Mientras otros hablan, ellos no prestan atención, se dedican a curucutear sus celulares u otros aparatos electrónicos, a pasarse papelitos y a caminar. ¿Escuchar? Jamás.Si tuviese la responsabilidad de las transmisiones televisivas de las sesiones parlamentarias, no me pondría a jugar al escondite con Borges y sus carteles. Él no hace otra cosa que cazar a la cámara que lo poncha. En eso se pasa el tiempo. Bien hizo el presidente de la AN esta semana cuando solicitó que tomaran al señor con sus pancarticas. Esa es la seriedad de la política que hace la mayoría de los diputados de la oposición. Mientras otros hablan, ellos no prestan atención, se dedican a curucutear sus celulares u otros aparatos electrónicos, a pasarse papelitos y a caminar. ¿Escuchar? Jamás.

Otro actuar diferente es el de la señora Machado. Ella permanece inmutable, como debe ser, compuesta, como lo manda su clase y el protocolo, pero mirando hacia abajo, también a su teléfono, a través del cual sigue las transmisiones. Cuando la cámara la toma, levanta la mirada y posa, circunspecta, simulando atención. Los demás miran de reojo los monitores para ver cuándo están en pantalla. Eso es todo.

Aquí no se hace política en la Asamblea Nacional. Se hace el ridículo y drenan las emociones mas turbias. La realidad de lo que busca la oposición se discute fuera de nuestras fronteras, en Bogotá y en Miami, donde la ultraderecha mundial actúa con holgura. ¿Qué decían los carteles de Borges? Uno, “Venezuela no es Cuba”. Claro que no, hasta ahora. Gracias a Dios, los tiempos han cambiado y los gringos no nos podrán imponer a nosotros el cerco económico que le mantiene a la isla. Ya no.

Cierto, señor Borges, no somos Cuba. ¿Segundo cartel? “Otra sesión más sin hablar de la inseguridad”. Tiene razón también. Todos ansiamos ese debate, como también aspiramos a que se descubra de una vez el entramado de terror que el paramilitarismo ha montado en los cerros de Petare, con la anuencia de unos cuantos parlamentarios.

¿Los cestatickets para los adultos mayores? Claro. El millón y medio de “viejitos” que ahora cobramos pensión, algo impensado antes, exigimos que se nos siga tratando tan bien. Ya lo sabe, señor director de Antv, escuche la sugerencia y deje al hombre toda la tarde con sus cartelitos en alto, para que la gente vea lo que hace, o sea, nada.

Mariadela Linares
[email protected]

La ridiculez de los carteles.

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