Que no os engañe el título de la entrada de hoy. Suena a proyecto de fin de carrera de Filología o, peor, a diatriba pretenciosa de alguien que se las da de listillo, pero no es ni una cosa ni la otra. Ni soy filólogo, ni lingüista, ni nada parecido. Igual podría haberlo expresado de otra forma, pero es que quiero hablar sobre eso: de la riqueza lingüística como parte de la calidad literaria en los juegos de rol. Solo una reflexión desnuda, sin pretensiones.
La calidad literaria de un texto es un tema tremendamente subjetivo. Se puede tratar de parametrizar o cuantificar de alguna forma (como la comparativa establecida en este curioso estudio), pero la calidad literaria no es una ciencia exacta: lo que uno considera bueno, para otro es mediocre; lo que para uno es interesante, para otro es puro aburrimiento; y lo que para uno es un texto rico, para otro es un tocho farragoso.
Supongo que cualquiera que lea estas líneas coincidirá conmigo en que el objetivo principal de un libro de rol no es la calidad literaria. Pocos libros son concebidos así en general, puesto que lo primordial es su contenido, lo que quiere transmitir. Si hablamos de juegos de rol, por ejemplo, o el juego es bueno o de lo contrario no interesará. Más bien dicha calidad es el vehículo que ayuda a transmitir el contenido, el alma del texto, y puestos a hablar de vehículos no es lo mismo conducir un A8 que un 600. Cuando leo una novela y la calidad del texto me parece limitada, aunque la trama sea interesante no la disfruto igual. ¿Se puede aplicar el mismo juicio a un libro de rol, a pesar de que no persigue el mismo fin que una obra de carácter narrativo?. Yo creo que si. Su autor sigue tratando de transmitir algo - una ambientación y/o un sistema de juego - y puede que encuentre más difícil hacerlo si a su texto le falta calidad.
Hay quien podría decir que los juegos de rol no necesitan alcanzar una gran calidad literaria. Pondría tal afirmación al mismo nivel que la defensa de algunos periodistas cuando se les enfrenta a los errores que cometen, extienden y perpetúan en el habla colectiva - " nuestro trabajo es informar, no educar en el lenguaje " -, porque lo cierto es que todo comunicador (y no hablo sólo de miembros del ente periodístico, sino de cualquier persona que pretenda difundir un mensaje o idea) debe ser consciente de una importante responsabilidad derivada de su actividad: la de transmitir su mensaje en modo y forma correctos, puesto que junto con dicho mensaje también se transmite un lenguaje. Y todo queda, tanto las malas formas como las buenas.
Considero como uno de los componentes de peso dentro de dicha calidad literaria la riqueza lingüística. Hablamos y leemos castellano, un idioma con un amplio vocabulario. Los autores y traductores tienen a su disposición un voluminoso baúl de piezas con las que montar su texto, unas más frecuentes o a las que estamos más acostumbrados, y otras menos, que empleadas con habilidad pueden enriquecer sus textos con pinceladas de lenguaje literario. ¿Quiere esto decir que un juego de rol debe redactarse demostrando un dominio del vocabulario digno del sillón T de la Real Academia de la Lengua?. En absoluto. Pero tampoco debería disuadir a los autores de utilizar terminología que habitualmente no encuentra su hueco en nuestro hablar cotidiano.
Os pongo como ejemplo real el mismo que me dio la idea de escribir ésta entrada. Estaba corrigiendo con dos compañeras un texto traducido y leí la frase: " Tienden a pensar como los animales a los que se parecen". La frase era correcta y se entendía perfectamente, pero pensé que se podía embellecer un poco empleando una expresión menos común: " Tienden a pensar como los animales que resemblan". Viendo mi propuesta, mis compañeras me indicaron que un lector medio podría no conocer el significado de esa palabra, cosa en la que estuvimos de acuerdo. Finalmente, decidimos tomar la calle del medio y decir: " Tienden a pensar como los animales a los que se asemejan ". Menos inusual que mi propuesta, pero algo más resultona que la inicial. Y todos satisfechos.
Pero, como veis, continué rumiando el tema. Vale, lo primero de todo es conseguir que el lector comprenda lo que se está diciendo: la ambientación que se está desarrollando o las reglas que se están explicando. Y, como personas de nuestro tiempo, la idea es que puedan hacerlo rápido, por lo que muchos juegos (igual que la mayoría de los textos que leemos a diario) tratan de conseguir que su redacción sea de fácil lectura, adaptada al lenguaje cotidiano, para que el lector capte sin dificultad ni demora lo necesario para comenzar a jugar. ¿Es correcto?. Claro que si. Pero un juego de rol, aunque no sea una novela, también se disfruta por el mero hecho de leerlo. Yo, al menos, lo hago. Igualmente me atrevería a decir que los roleros, como gente con un hábito lector quizá superior a la media, somos por ende gente con un amplio vocabulario. Incluso creamos el nuestro propio, y no son precísamente pocos términos ni tampoco sencillos.
¿Tienen los autores y los traductores, entonces, que sentir reparo por que el lector rolero no conozca el significado de algunas palabras puntuales en un texto?. ¿Merece la pena coartar su riqueza por el riesgo de provocar una fugaz sensación de desconocimiento?. No recuerdo a quién se lo escuché, puede que fuera a mi padre, pero hace ya años me quedé con la idea de que un buen libro, entre otras cosas, es el que te manda en alguna ocasión al diccionario durante su lectura. Y un juego de rol es un libro (o al menos un escrito de extensión variable). Por supuesto no es cuestión de instaurar el culteranismo gongorino en los libros de rol (joder, no, por Dios, ni en ninguna parte) porque tan negativo es el fallo por defecto como por exceso, y de eso también he visto ejemplos (algunos, incluso, tratando de enriquecer su redacción, cometieron el error de introducir palabras y expresiones inusuales sin saber realmente emplearlas adecuadamente). Pero tampoco debería haber razón para que los textos sean sencillos y ramplones, redundantes en expresiones y/o repetitivos en sus términos.
Dicho esto, no quiero quedar como un pijotero del lenguaje. No necesito que un juego de rol emplee términos rebuscados, exóticos o arcaicos y un lenguaje florido para que me guste y disfrute tanto leyéndolo como jugándolo. Pero creo que merece la pena en éste momento en que tantos títulos nuevos están saliendo, respaldados por editorial o mediante financiación alternativa, recordar que además de mimar el contenido también debe mimarse el continente. Hay muchos títulos que en este aspecto han sido cuidados con celo, y el resultado final, unido a que son grandes juegos de por si, es espectacular.
Os lanzo en base a lo dicho un par de preguntas: ¿os parece buena la calidad literaria de los juegos de rol en general?. ¿Lo consideráis algo relevante y a tener en cuenta a la hora de valorar un juego?.